En la peluquería
Kjell Askildsen es uno de los cuentistas capaces de romper fronteras a través de la belleza que hay en su escritura.
Hay ocasiones en las que pareciera que los espacios urbanos han sido dispuestos para invitar a la reflexión de la vida, hemos aprendido a descifrar el mundo desde nuestra ventana porque las necesidades para relacionarnos con el exterior son cada vez menores. Y sucede, no importando la edad ni el tiempo, que nos recluimos. Medimos esfuerzos y racionamos interacciones.
Kjell Askildsen se ha vuelto, para estos ojos que escriben, uno de los cuentistas capaces de romper fronteras a través de la belleza que hay en su escritura sencilla, sin pretensiones. Sus personajes no siempre tienen nombre, así como tampoco lo tienen las ciudades por las cuales desarrolla sus historias.
Las circunstancias descritas en sus textos parecieran ser una ventana para mirar dentro de esos pensamientos que no son expresados pero que viven dentro de nosotros como móviles de acción. Sabemos que la voz que seguimos es la propia.
Anticipo que conoceremos a un personaje que ha dejado de ir al peluquero por muchos años ya. Las razones radican en que la lejanía del más próximo es de aproximadamente cinco cuadras; lector, las inferencias a la edad no se hacen esperar y de momento ya imaginamos a alguien mayor.
Para confirmar las sospechas, menciona que otra razón por la que ha dejado de ir al peluquero es porque el poco cabello que le sale es podado por sus propias manos porque entendemos que mirarse al espejo mientras otra persona moldea el destino de nuestra cabellera pudiera tornarse depresivo.
Entonces admite que no hay vergüenza en cortarse los pelitos de la nariz, si puede hacerlo desde su casa y nadie lo mira.Las cosas cambian, naturalmente. De momento la urgencia por salir supera la vergüenza de ser mirado.
El mundo fuera de su casa es distinto, la peluquería le supone un reto, así como lo fue también el entender ese modo en que la gente de hoy día se maneja en un universo personal en el que no se interactúa con nadie. Para nuestro personaje, retornar a la peluquería es descubrir la extrañeza social.