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No pocos se han sentido atraídos por el aura fantástica que envuelve a los vikingos, nórdicos que durante el otoño y el invierno se hacían a la mar para obtener bienes materiales y humanos que les servirían ya sea para su uso personal o para comerciar. Un estilo de vida singular, ya que durante la primavera y el verano eran agricultores y ganaderos, pero la otra mitad del año, se transformaban en seres temibles, cuya táctica era horrorizar a otros grupos por la creencia que tenían de ellos. Estos piratas de la Edad Media han fascinado a artistas de todos los tiempos y latitudes. Adrián Curiel Rivera también ha sucumbido al encanto de las aventuras de estos guerreros navegantes desde la literatura en Vikingos. Los verdaderos descubridores de América, publicado en 2022 por Lectorum y, por azar, a la par de la proyección de la película épica estadounidense-británica El hombre del norte, dirigida por el norteamericano Robert Eggers.

El siglo pasado el escritor sudafricano J. R. R. Tolkien también se inspiró en la épica para crear el universo de la trilogía de El señor de los Anillos. Unos años después el escritor argentino Jorge Luis Borges escribió un poema A Islandia, uno de los asentamientos vikingos. Fascinación cultivada desde su infancia por sus lecturas de la Saga Völsunga, escritas a finales del siglo XIII. La influencia de los libros que su padre le regaló lo acompañó hasta el último día de vida. El escritor de cómics estadounidense Stan Lee, incluyó en el Universo Marvel a tres personajes de la mitología nórdica: Odín, su hijo Thor y al locuaz Loki, con quien Adrián inicia su novela.

El autor realiza un ejercicio de imaginación para recrear las aventuras de los hombres del norte que avistaron América cinco siglos antes de que los españoles tocaran tierra en el continente. La trama articulada de Vikingos. Los verdaderos descubridores de América, es una forma cálida de aproximarnos a estos hombres de tierras frías, en apariencia lejanos, pero a la vez cercarnos al reconocerlos como los primeros descubridores.

Sus códigos estéticos logran que la atrocidad se introyecte sin resistencia, los campos de batalla son espacios donde la prosa poetiza la barbarie. La combinación de las palabras, en franca aventura verbal, tejen el mito y la historia en pasajes enigmáticos y entrañables. Ya Borges señaló la belleza y la fuerza de las palabras, la belleza fonética de la misma palabra en distintos idiomas. Adrián, como estudioso de la lengua, sabe de los artilugios para causar efectos en el lector, a través de un léxico controlado, vasto y culto. Se sirve de la semántica para contextualizar cosas y hechos que dotan de verosimilitud cada suceso.

Si bien la historia y la mitología vikinga no cambian, lo que aumenta la dificultad al ficcionar, el reto mayúsculo es contarlo de una manera que se distinga. Adrián alcanza en Vikingos. Los verdaderos descubridores de América la máxima aspiración de la escritura: conmover para no abandonar la lectura.

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