La ciencia guadalupana (2)
El Poder de la Pluma.
La semana pasada hablamos de la ciencia en el manto de la Virgen de Guadalupe, donde comenté que expondré la información y conclusión científica permitiendo que pueda determinar, por su propia cuenta, si se trata de un milagro o una pintura.
A finales de 2019, tuve la oportunidad de participar en una revisión científica a las investigaciones presentadas por el padre Mario Rojas, Homero Hernández y por el yucateco Fernando OjedaLlanes, en donde, por separado, afirmaban que las estrellas encontradas en la imagen del Tepeyac no estaban dispuestas al azar sino que conformaban constelaciones. Varias personas habían revisado estas afirmaciones obteniendo resultados muy variables, por tanto, un equipo de 5 investigadores, bajo orientación de expertos en astronomía, decidimos comprobar si la información otorgada por los autores estaba correctamente realizada.
En primera instancia, el planteamiento de los primeros autores difería del de Ojeda Llanes y carecía de metodología científica, por lo cual fueron descartados. El estudio de Ojeda presentaba proporciones de hasta 97% de correlación. Siguiendo sus métodos, se evaluó su investigación por medio del mismo programa astronómico que él empleo y otros tres más: World Wide Telescope, Stellarium y Redshift 8. Estos planisferios electrónicos gozan de diversas funciones, entre ellas, la de retornar el tiempo para observar el cielo según una coordenada, fecha y hora específicas.
Los métodos y resultados de la revisión han sido expuestos por el Instituto Superior de Estudios Guadalupanos, aquí resumo las conclusiones. Primeramente dejar en claro que el manto de la Mujer de la Imagen no tiene todas constelaciones como tal pero sí presenta parcialidades de constelaciones, una constelación y un planeta en el cielo de México el 22 de diciembre de 1531 del calendario Juliano o 12 de diciembre de 1531 Gregoriano (calendario actual). Estas estrellas se encuentran a las 6:45 de la mañana y todas tienen una magnitud menor de 5. La magnitud es la intensidad con la que brilla una estrella, mientras menor sea más visible al ojo humano es. Para que podamos observar una estrella tiene que tener una magnitud menor de 5. Asimismo, el estudio determinó que las estrellas en el manto tienen una correlación arriba del 90% con las encontradas en los 4 planisferios empleados por medio de la fórmula de proporción matemática de Pearson. Ninguna se duplica o se sobrepone a otra, no falta o sobra ninguna, lo cual es sorprendente.
Por medio de la ciencia no podemos saber quién pintó esas estrellas, pero quien lo hizo sabía de astronomía, tuvo la habilidad de colocarlas en la posición precisa para que tuvieran la misma proporción que las del cielo, además, las pudo pintar en apenas unos cuantos minutos, ya que las estrellas cambian de posición con cada segundo y las encontradas en la Mujer son del mismo horario, un minuto más o un minuto menos haría que el porcentaje de proporción bajara.
Para concluir, recordemos parte del capítulo 12 del Apocalipsis, donde dice que la mujer aparecida tenía una corona de doce estrellas. La Virgen de Guadalupe no tiene una corona visible, pero, colocada en el planisferio, como se hizo en la investigación aquí comentada, la constelación que pasa por su cabeza se llama Corona Boreal.