La democracia es económicamente costosa, pero un bien necesario. Nuestro modelo democrático es perfectible con base en la juventud de su instauración. Su deficiencia mayor está en la ignorancia de los ciudadanos que sufren vulnerabilidad de algún tipo, generalmente en la educación, manipulación, asistencialismo y las diversas formas de populismo que mellan el núcleo esencial de la verdadera democracia.

Wendy Brown, estudiosa de la democracia contemporánea, es autora de varios libros, donde demuestra un especial interés en la historia de la teoría política, las teorías críticas y las teorías del capitalismo contemporáneo. Ella es conocida por entrelazar las ideas de Marx, Nietzsche, Weber, Freud, Foucault y los filósofos contemporáneos para encontrar evidencias críticas en las formaciones del poder, identidad política, ciudadanía y subjetividades políticas de las llamadas democracias liberales contemporáneas. En los últimos años su preocupación se centra en el peligro de la ideología neoliberal que, para expandirse, necesita eliminar estructuras sociales, culturales, económicas y políticas.

En el prefacio de su obra: El Pueblo sin atributos, la secreta revolución del neoliberalismo, se muestra radical e incisiva sobre la destrucción neoliberal de la democracia. Señala las preocupaciones de su pensamiento crítico, preferentemente en cuanto a la democracia, sin dejar pasar inquietudes por la justicia, misma que termina manejándose con indicadores como: tasas de crecimiento, calificaciones crediticias y climas de inversión. La libertad no queda incólume, se supedita al imperativo de la apreciación del capital humano, la igualdad se disuelve en la competencia de mercado, todo queda englobado en el Homo oeconomicus que termina venciendo al Homo politicus.

Aunque comparto algunas ideas de Brown, disiento de su radicalismo frente a una corriente del capitalismo. El neoliberalismo tiene un lado oscuro, pero también vertientes que pueden ser aprovechadas para el desarrollo económico. El neoliberalismo ha tenido éxitos en varios países. En el nuestro, las reformas estructurales son formas neoliberales de encarar el futuro. Se han cometido errores, pero se han aplicado medidas para subsanarlos. Como ejemplo, están las reglamentaciones en materia de comunicaciones y en el petróleo. La modernización ha traído aparejadas corrientes a las que es difícil oponernos, algunas secuelas son visibles, como la desigualdad y las crisis de la democracia y el estado de derecho, pero aun así es mejor una democracia incompleta que su ausencia.