La humanidad de la comunicación
El Poder de la Pluma.
Resulta ser el cuerpo la mejor manera de expresar nuestro sentir. Desde la edad de piedra, si no es que mucho antes, la comunicación ha sido por medio de señas, muchas veces son estas las que determinan la fuerza de un mensaje, mucho más que las palabras Cuando realizamos un diálogo movemos las manos a manera de ademán, las escondemos o las cruzamos, todo lo anterior de manera inconsciente pero captado por un receptor. En conjunto: la mímica, los ademanes y las palabras forman ese diálogo y el mensaje que será entregado. Podemos escuchar a un político hablar con voz muy clara, pero si vemos que cruza los brazos entendemos rápidamente que no es receptivo; si vemos que señala con el dedo está considerándose superior, si guarda las manos es que algo está ocultando.
Por otra parte, tenemos la era de los mensajes escritos, donde por medio de un “whats” llegamos de manera inmediata a otras personas, incluso, hay gente que odia las llamadas telefónicas prefiriendo un emoticón y perdiendo un mensaje completo. Aprovechando lo anterior, confieso que valoro más a la persona que se toma la molestia de marcarme que a la que me manda un texto, en especial cuando quieren dar un mensaje importante o incluso para felicitarme por mi cumpleaños. Pareciera que en estos días el llamar por teléfono se vuelve un esfuerzo sobrehumano. Regresando a la importancia de la mímica y sus variados significados, observamos también a una generación con muchos temores, le llamamos la generación de cristal ofendida por todo y que se cree cada cosa que aparece en internet. Hay muchos culpables de ello, pero unos de los más importantes son las pobres señales visuales que nos llegan, es muy fácil confundir un mensaje de amor con uno de enojo, las letras no tienen volumen, carecen de ritmo y no otorgan una comunicación completa sin la visual de los ademanes y el tono.
Es por ello que algunas personas prefieren dar un mensaje por Whatsapp que en persona, en especial si lo que van a decir puede ser complicado para el mensajero. El dirigirnos a una pantalla nos resta humanidad pero nos da valor para lanzar lo que queremos. Por lo mismo es más común ver peleas entre parejas, no puedes leer la mirada, ni profundizar en el corazón del interlocutor si solo hablan por el celular.
Los mensajes escritos son sin duda una bendición cuando se quiere comunicar algo rápido o perdurable, pero no cuando se quiere un diálogo certero. No es lo mismo comunicar una opinión o narrar en líneas un evento como lo hacen los periódicos que el expresar sentimientos. Estamos perdiendo el tacto humano, la presencia, el valor. Todo esto al grado de que ya existe el término sexting a manera de cortejo sexual por medio de mensajes, considerado incluso para algunas personas un “verdadero acto de sexo”.