La industria de la construcción y su responsabilidad ambiental
Raúl Monforte: La industria de la construcción y su responsabilidad ambiental
El sector de la construcción debe asumir voluntariamente su alta responsabilidad como uno de los más grandes emisores de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera, causantes del calentamiento global, que hoy tiene a la humanidad frente a una emergencia climática de dimensión existencial. Los edificios comerciales y residenciales, participan típicamente con cerca de un 30% de las emisiones de estos gases en los países desarrollados, y el uso creciente de aparatos electrónicos en la vida diaria, pero especialmente la transición hacia una movilidad eléctrica, que obligará a los usuarios a cargar sus vehículos con electricidad en sus casas y oficinas, podría incrementar esta cifra de manera sostenida, en alrededor de 0.3% cada año, de aquí hasta el 2050.
Esto no significa que sea indebido apostar a los autos eléctricos, ya que sustituyen de manera directa el uso de combustibles mucho menos eficientes y sensiblemente más contaminantes, pero aquí el punto es que contribuyen a elevar la participación de los edificios, ya que ahí es donde obtendrán la energía estos vehículos, en lugar de una estación de servicio o gasolinería tradicional. Esta realidad insoslayable, impone a los líderes de esta industria de manera generalizada, y a los diseñadores, constructores y operadores de edificaciones de manera particular, el desafío de encabezar una auténtica carrera hacia la descarbonización y la neutralidad neta de emisiones de GEI. Una carrera con metas muy altas, que tenemos que alcanzar en el menor tiempo posible. Una carrera que pasa por conseguir los más altos niveles de eficiencia energética, mientras la infraestructura se electrifica cada vez más, pero que obtiene esa energía de fuentes limpias y renovables, para impulsar una reducción sustantiva de las emisiones que como sector le corresponden a la construcción.
Las ciudades por su parte, ocupan únicamente el 3% de la superficie de la Tierra, pero contribuyen con el 70% de las emisiones de carbono, mientras consumen el 78% de la producción energética primaria del mundo, de la cual desperdician el 67.5%.
Menudo reto tenemos entonces los constructores de cara al futuro, pero éste es un desafío que no debe atemorizarnos, ya que tenemos el suficiente talento y experiencia para vencerlo. Un primer paso consistiría en abordar el problema desde una aproximación holística, que integre a todas las partes y desde todos los puntos de vista: técnico, económico, financiero, social, ambiental y político, para contribuir a maximizar el progreso cotidiano en alcanzar las metas compartidas que hemos adoptado.
Está claro que desde los liderazgos, debe trabajarse en el fortalecimiento de las capacidades y habilidades de los involucrados, establecer líneas claras, analizar alternativas, responder cuestiones críticas, postular mejoras regulatorias, favorecer los avances tecnológicos, expandir la generación de energía desde fuentes limpias y renovables, y reducir paulatinamente la dependencia de los combustibles fósiles. Hay que asumir esa responsabilidad, y actuar en consecuencia. Las generaciones del futuro merecen que les entreguemos el mejor de los planetas que nos sea posible heredarles.