El vals, marca de una época

Columna de Aída López: El vals, marca de una época

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Los nuevos ritmos y variados géneros musicales en la actualidad -algunos en detrimento de la apreciación musical han ocasionado que el vals sólo se escuche en las salas de concierto o en los bailes de las quinceañeras, siendo que marcó una época y tuvo virtuosos músicos mexicanos que compusieron bellas piezas, es por ello por lo que vale la pena traer en este espacio a Felipe Villanueva, quien este 28 de mayo cumple 131 de años de haber fallecido a los 31 años, por una pulmonía fulminante.

El compositor creó el “Vals poético” unos meses antes de su muerte, el último de una prolífica lista de arte sonoro que incluyen mazurcas, danzas, gavotas, zarzuelas y hasta una ópera: “Keofar” -que nunca vio en escena-, inspirada en la Rusia zarista. Felipe Villanueva -de origen indígena- fue parte de la tercia que conformó “El alma indígena del vals mexicano”, como apuntó Manuel M. Ponce, junto con Juventino Rosas y Abundio Martínez, ambos también víctimas de enfermedades que hoy en día tienen cura.

Proveniente de una familia de músicos en su pueblo, Tecámac, Estado de México, en la adolescencia se trasladó a la capital con la esperanza de perfeccionarse, sin embargo, el Conservatorio Nacional de Música no llenó sus expectativas porque estaba enfocado en la ópera italiana de la primera mitad del XIX, considerado por el joven un plan de estudios antiguo, además de que por su ascendencia indígena fue dado de baja.

Villanueva deseaba que se conociera la música instrumental de compositores rusos, alemanes y franceses, para ello no dudó en fundar su propia escuela de música, el Instituto Musical, donde se realizaban acuciosos análisis de partituras para teclado como las de Robert Schumann, Hector Berlioz, Frédéric Chopin, Johann Sebastian Bach, Franz Liszt, entre otros.

En este sentido, Villanueva podría considerarse de la generación de la ruptura en su época. Al mismo tiempo formó parte de los nuevos románticos mexicanos en el denominado “Grupo de los seis”, entre los que estaban Ricardo Castro, Gustavo E. Campa, Ignacio Quezada, Juan Hernández Acevedo y Carlos J. Meneses. Su virtuosismo también en el violín lo atrajo a los valses de Johann Strauss, pues encontró una manera para expresar los sentimientos y el romanticismo en esas líneas melódicas.

Si bien no se sabe la forma ni el momento en el que llegó el vals a nuestro país, se cree que fue a partir de la Independencia de México, en lo que se tiene certeza es que, durante el corto imperio de Maximiliano, este apoyó la creación y la difusión del vals lo que se consolidó durante el gobierno de Porfirio Díaz, entre finales del siglo XIX y la primera década del siglo XX, antes de la Revolución Mexicana.

De hecho, Juventino Rosas obsequió el vals “Carmen” a la esposa del general Díaz en 1893, mismo año del fallecimiento de Felipe Villanueva. Escuchar vals sensibiliza al conectar las emociones. Armonía que transporta a la intimidad, equilibrando la mente y el espíritu.

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