|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

De todas mis penas me he consolado siempre con una hora de lectura
Montesquieu

En ocasión del onomástico de Sor Juana Inés de la Cruz, en México cada 12 de noviembre, desde 1980, se celebra el Día Nacional del Libro, por decreto presidencial. ¿Pero qué es un libro sin un lector? El filósofo y escritor estadunidense Ralph Waldo Emerson da respuesta: “Un libro geométricamente es una cosa entre tantas, es hasta que lo abrimos, hasta que el libro encuentra a su lector que ocurre el hecho estético”. El mismo libro, a través del tiempo, cambia para el mismo lector, haciendo alusión al río de Heráclito: “El hombre de ayer no es el hombre de hoy y el de hoy no será el de mañana”, de esto se desprende la pertinencia de la relectura para renovar el texto con la frescura de una nueva mirada, a su vez cambiante como el río del filósofo griego.

La lectura con los años ha ido tomando relevancia para la vida por los beneficios que aporta al ser humano más allá del placer. La Real Academia de la Lengua (RAE) le otorga al verbo transitivo legêre ocho definiciones, demostrando lo que puede entenderse como el acto de leer, que va desde pasar la vista por lo escrito, entender o interpretar; incluyendo la oralidad de un texto, la decodificación, hasta el acto de enseñar con base a un escrito. También incluye prácticas esotéricas como cuando se lee la mano y las cartas, hasta la lectura que podemos hacer de los sentimientos o pensamientos de las personas cuando las tenemos tête à tête.

Cuando pensamos en un escritor contemporáneo, lector por antonomasia, viene a la memoria Jorge Luis Borges, quien no podía imaginar un mundo sin libros, reconociendo la influencia de todos los autores que leyó en su personalidad. Su orgullo era por los libros leídos, no por los escritos. Consideraba que la lectura nunca debe ser obligatoria, sino placentera; a nadie se le obliga al placer. Tampoco debe ser culpígeno no leer, aunque el Estado en su afán de democratizar la lectura, se valga de promociones que terminan responsabilizando al ciudadano por no hacerlo. Borges, hasta el final de su vida, “pidió prestado ojos” para seguir leyendo.

Fue larga la lucha de Sor Juana para demostrar que: “la inteligencia no tiene sexo”. Su pasión por el conocimiento la llevó a tomar el hábito, ya que en el siglo XVII la mujer tenía dos opciones: casarse o irse de monja antes de que el Santo Oficio la acusara de bruja, amante del diablo y terminara en la hoguera.

El día de hoy se cumplen 42 años que el libro se volvió un instrumento de desarrollo no solo personal, sino nacional. Las salas de lectura son el templo de los libros desde 1995 y con ello el fomento a la lectura como prioridad para el país que aspiramos, ya que “sin claridad no hay voz de sabiduría”, como aseveró luminosa el “Fénix de América”

Lo más leído

skeleton





skeleton