Las verdaderas palabras mágicas
David Ojeda Correa: Las verdaderas palabras mágicas
Como médico la vida siempre ha sido mi principal objetivo, pero no hay vida sin magia. La magia está en todo aquello que nos rodea, que nos mueve.
Los verdaderos magos no están solamente en escenarios, surcan mares buscando lo asombroso e indescriptible y no todos llegan a encontrarlo.
Admito que pensé que era afortunado, pero no conocía la fortuna. Creía que como médico miraba a la vida como esa gran magia, pero no la conocía, pues apenas supe el significado de la magia al sentirla vibrar dentro de mí, en el instante más sensacional de mi existencia que requirió solo de 4 palabras para hechizarme brutalmente.
La verdadera magia inició con mucho miedo, muchas dudas, una sensación que combina lo estoico y sorpresivo, con una alegría que quiere desbordar de tu alma mientras la tratas de contener.
Conocer la verdadera magia es una sensación que jamás volveré a sentir. Fue un instante de incertidumbre, alegría, duda, miedo, sorpresa y risas nerviosas.
Una magia que transformó de inmediato mi mundo, un hechizo de cuatro palabras mágicas que me convirtieron en el hombre más feliz de la historia, cuatro palabras que fueron el truco perfecto para crear en mi fantasía, ilusión, nerviosismo y amor ¡Todo mezclado en una sonrisa! Todo por algo que deseaba, pero a la vez no veía venir, algo que buscaba, pero no sabía que encontraría, que anhelaba, pero veía tan difícil.
¡Qué grande es la magia! Tanto que me enamoré de ella en un segundo. Por fin descubrí lo más grande de la tierra, por fin el mejor show ha comenzado, el insuperable espectáculo de magia ha empezado y las cuatro palabras más grandes del universo quedarán grabadas para siempre en mi memoria “vas a ser papá”.
La magia más grande de todas se encuentra en una noticia que trae vida, que te vuelve loco de un amor ciego que no requiere de los sentidos, que viene directo del alma: ¡estoy tan feliz y ni siquiera te he visto!, cuánto nerviosismo, cuánta ilusión, cuántas ganas de ver ya tus ojos.
¡Uff! y ni siquiera te conozco, sé apenas tan poco de ti, pero ya sé que eres fruto de un amor inigualable, no te conozco y ya te quiero a mi lado, no te conozco, pero ya te amo, no te conozco, pero ya eres la luz de mi vida y de la de mamá, y eso que aún eres tan pequeño o pequeña.
Aún no has nacido, frijolito, magia más grande de mi vida, pero ya quiero ser lo mejor para ti, ya quiero saber tu color de cabello, de ojos y de piel. No te conozco, pero ya estoy ansioso por jugar contigo, por enseñarte tus primeras palabras, a como andar en bicicleta, a nadar, a hacer tantas cosas… claro, si es que te gustan.
No te conozco y ya siento celos por las novias o novios que vas a tener, ya estoy preocupado por la educación que te voy a dar y desesperado por poder mostrarte el mundo en donde vivo, lo que he hecho mal y lo que he aprendido para bien, pues, frijolito, llegarás a un mundo muy complicado, pero que, con tus actos, vas a poder cambiar así como ya me has cambiado el mío sin ni siquiera haber visto tu rostro más allá de un ultrasonido, tú, la verdadera magia de la vida, de mi vida, cuánto te amo.