En la comodidad del sillón
David Ojeda: En la comodidad del sillón
Antolín llegó al trabajo, se sentó en su escritorio y después de un suspiro dijo: No puedo creer que me haya desvelado para ver a Rommel y a la selección perder, de plano “somos un país de cuarta”, para qué compiten en las olimpiadas si no van a ganar, solo me desvelé a lo pen…
Esta misma historia se la contó a uno y otro compañero de trabajo, señalando lo mal que han actuado cada uno de los mexicanos, pero la mejor historia que platicó Antolín fue el viernes, cuando criticó la victoria de la selección: “no puedo creer que celebren la de bronce como si fuera oro, qué mediocres son, ni siquiera sé para qué me desperté tan temprano”.
Pero bueno, Antolín también criticó al gobierno de Peña, votó por AMLO y ahora también lo crítica, es de esos que odiaron la construcción del paso deprimido, luego señalaron que siempre se inundaba y ahora están hartos de que no terminen de repararlo.
Antolín es una persona inconforme con la vida, que por diversión juzga porque no encuentra la alegría que desea, su vida está vacía y por eso tiene un dedo señalador que todo critica.
Antolín está cómodo en su sillón viendo la tele y escuchando las noticias, quejándose del mundo que se va cayendo pero sin mover un dedo para cambiarlo, juzgando a los competidores de las olimpiadas pese a que él ni siquiera tiene una meta viable clara, cuando nunca ha logrado nada, cuando los ricos son culpables de su pobreza pese a que no ha intentado subir de puesto.
Antolín es como otro mexicano más, de esos que jalan hacia abajo al México que quiere ir creciendo, es el mexicano que en lugar de impulsar señala, el que quiere que el gobierno resuelva todo y por eso espera que llegue su beca de bienestar, el que se enoja que el IMSS está lleno pero sigue haciendo pedas con los cuates en plena pandemia.
Qué bueno que no somos Antolín pero por desgracia, todos tenemos una parte de él, una porción desganada, que ha perdido la esperanza, que critica, señala, odia… que espera que el gobierno lo alimente, que mira un futuro negativo.
Pero todo esto puede cambiar y el primer paso es abrir los ojos, identificar qué parte de Antolín tienes, qué tanta pereza le entregas a México, qué tanto tu lengua daña al vecino, qué tanto tus actos afectan la vida de los demás.
Y si ya estás en el proceso de cambio ¡felicidades! Gracias por lanzarte al éxito, por enfrentar tus miedos, tus limitantes, por luchar por tus sueños y, por favor, si te topas a un Antolín no lo escuches, pobrecito, está en la comodidad del sillón.