Mis problemas no son tan serios

Columna de David Ojeda: Mis problemas no son tan serios

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Mis problemas no son tan serios como para ir a terapia, dijo la persona que, en la mañana, en el supermercado, se enojó muchísimo porque otra persona escogió una naranja más bonita que la que ella agarró.

No son tan serios, dijo esa persona que le cuesta trabajo quedarse dormida o que se duerme y despierta a cada rato. No son tan serios, decía aquella persona que no logra tener una relación estable, porque siente que no puede permitir que le den amor, ya que toda su vida sus padres la trataron mal.

No son tan serios mis problemas como para ir a terapia, dijo aquella persona que se siente mal cada vez que le dan un regalo o que incluso concibe que prefiere regalarle cosas a otros en lugar de comprarse algo para sí misma y, todo esto, debido a que está acostumbrada a que lo único que recibe de otros son malos comentarios o bullying durante su adolescencia.

No, de plano no son tan serios, dijo aquella persona a la que le dan contracturas en la espalda a cada rato por el “estrés” del trabajo. O lo dijo también aquella persona que ya no aguanta a sus familiares, pero sigue cerca de ellos porque son “familia”.

No son severos nuestros problemas, dijo también una pareja que viven de infidelidades, que se checan el celular y se prohíben cosas constantemente. No son graves mis problemas, dijo una persona mientras se le caía el cabello a la par que suspiraba al darse cuenta que piensa más en el dinero que en su salud.

No son tan grandes mis problemas como para ir a terapia, dijo la persona que se aprendió a comparar con otros bajo la importancia del qué dirán mientras siente que su cuerpo no le gusta y ninguna dieta le funciona, que no tiene fuerza de voluntad para dejar sus vicios y que menosprecia sus emociones pensando que no amerita ir a terapia dejando solamente en evidencia el poco amor que se tiene, su baja autoestima y su urgencia por visitar a un terapeuta.

Esa persona que cree que sus problemas no son tan graves puede ser tú. Te invito a regalarte un poco de amor, uno del que mereces, el tuyo y, con ello, tomar responsabilidad sobre tus emociones y visitar a un psicoterapeuta. Nos vemos en consulta.

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