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El desconocimiento es también un aliado del miedo que se suma a la incomodidad de los fantasmas imaginarios ¿pero cómo no temer cuando tienes una enfermedad que a muchos ha finado?

Es una pregunta que cualquier persona con Covid se podría hacer y es justamente el conocimiento la mayor herramienta para vencerlo, comprendiendo que tener esta enfermedad no es el fin del mundo, es el principio del entendimiento de nuestra vida, de repensar la estrategia, de ganar una batalla contra nosotros mismos, contra esos fantasmas, contra nuestra ignorancia y de paso, reflexionar sobre todo lo que nos corresponderá hacer después de librarla, pues si estamos contagiados, quiere decir que en algo de nuestro cuidado hemos fallado.

No tengas miedo, no es lo mismo decir “una enfermedad mortal que decir una enfermedad potencialmente mortal”, la Covid no es un padecimiento final y sin cura, pero sí es uno de mucho cuidado, uno que nos advierte la necesidad del reposo mientras se padece.

Comprendamos la Covid: no es una enfermedad respiratoria, es una enfermedad inflamatoria que afecta varios órganos a la vez pero que se autolimita, acaba. No temas, la inflamación puede ceder, acepta los medicamentos aunque seas de las personas que prefieren lo natural que lo químico, incluso aunque estas medicinas puedan generar efectos adversos, tómalas.

No dejes pasar el acercarte a un médico y escuchar sus propuestas, pregunta todo: no hay preguntas tontas, solo tontos que no preguntan.

No temas, que el camino para la intubación es largo, no es la primera opción ni lo que los médicos más queremos hacer y, de todas maneras, son más los que la libran que los que se van; también a los que se operan de cirugía plástica, por belleza, los han intubado, no es el fin del mundo, pero sería del tuyo si resulta que intubar es necesario pero lo postergas.

No temas, pues la mejoría no es pronta, sé que quieres que ya se acabe el aislamiento o quizá deseas dejar de usar el oxígeno, pero la mejoría absoluta tardará, aprovecha esos momentos para disfrutar de ti por dentro, de un reposo que quizá jamás habías hecho, entre lo malo también está lo bueno, es quizá una oportunidad para poner pausa y replantear tantas estrategias de la vida.

Vamos para adelante, recordemos las palabras exactas que Nuestra Madre de Guadalupe dijo: “Escucha, ponlo en tu corazón, hijito mío, no es nada lo que te espanta, lo que te aflige; que no se perturbe tu rostro, tu corazón; no temas esta enfermedad ni ninguna otra cosa punzante, aflictiva. ¿No estoy aquí yo, que tengo la dicha y el honor de ser tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Qué más puedes querer?”.

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