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Cada 23 de octubre celebramos el Día del Médico, dicen que es un momento para rendir homenaje a todo aquel que se expone a tantas enfermedades que hoy existen y queman pestañas entre libros y estudios.

Hace un año, el Día del Médico cayó en domingo, muy pocas veces tengo que hacer guardia y coincidió que fue en la noche del 22 al 23 de octubre (sábado a domingo), por lo cual dije dentro de mí: será un Día del Médico especial, despertaré haciéndola de doctor.

Sin embargo, algo abruptamente cambió mi situación de día y de vida: mientras me encontraba colocando un vendaje a una persona que llegó a urgencias lesionada, recibí una irrepetible llamada, era mi esposa que me dijo: amor, me salió un líquido transparente como si fuera pipí, creo que se me rompió la fuente.

Ese momento fue especial, me transformé de médico a paciente en tan sólo un segundo y en las vísperas del Día del Médico.

El 23 de octubre se convirtió en una fecha que jamás voy a olvidar, como dije, me volví paciente y sentí lo impaciente que es ser paciente mientras los minutos se vuelven eternos en la angustiosa espera de las noticias del doctor una vez que nos encontrábamos en la sala de parto.

El 23 de octubre del 2022 me convertí en papá, el trabajo más difícil de la historia que ningún libro de medicina podrá igualar.

Decían que no habría tanto problema para mí, pues estaba acostumbrado a levantarme a media noche para atender llamadas de pacientes o a no dormir estando en guardia, pero eso jamás se comparará con el tener que estar en vela pensando si tu bebé está o no respirando.

Me decían que sería fácil, pues los médicos no tienen asco, pero casi me vomito las primeras cien veces que tuve que cambiar el pañal y, mientras más crece más difícil se hace. Pero no tan difícil como ha sido el aprender a ser papá, los libros de anatomía y fisiología se quedan muy cortos en comparación con la búsqueda de una buena educación.

Se te hará fácil me decían, ya eres médico y, por tanto, me puse más nervioso, pues todo lo entendía y a la vez no lo creía llevándome a investigar más y más siendo muy meticuloso con su salud. Hoy, les cuento con emoción como mi vida giró con su sonrisa, cómo mi vida cambió con su primera palabra: ¡Papá! Y cómo mis días mejoran, cuando parecían estar yendo hacia bajo después de una larga y difícil jornada llena de enfermedades, al abrir la puerta de la habitación la sonrisa más tierna de todas, con sus coquetos ojos, se mueve de prisa hacia mí, mientras emite diferentes sonidos en conjunción con un ¡papapapapa…! que te deja volar a donde sólo la felicidad existe. ¡Gracias bebé y gracias amor!, por darme el regalo más grande que jamás pude tener: la felicidad verdadera.

Feliz cumpleaños bebé hermoso, feliz Día del Médico a todos los doctores que tanto arriesgan a diario.

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