¿Qué esperas?
Columna de David R. Ojeda Correa: ¿Qué esperas?
La vida apenas empieza y no me había dado cuenta. Así ocurre siempre, lo bueno todavía está por venir y tendemos a no fijarnos. Cada cumpleaños es una mirada al ayer y al adelante generando incertidumbre al no saber qué depara el futuro y siempre bajo la duda de si lo que hemos dejado ha valido la pena.
Esta sensación ocurre cuando miramos nuestra vida y nos percatamos de lo rápido que pasa aunque, en realidad, no fue tan rápido, requirió realmente de nuestra edad.
Hoy cumplo treinta, ¡ya han pasado 30 años y ni cuenta me he dado! Pareció que voló, pero en realidad, como hace un momento decía, me tomó treinta años, momentos llenos de aprendizajes, de caídas, de levantarse, de relaciones amorosas que comenzaron y terminaron hasta una que llegó al matrimonio, de la formación de una familia que apenas empieza, de generar un hogar, de aprender a ser papá, de iniciar un trabajo y cultivarlo día con día esperando que pronto dé todos sus frutos. Treinta para mí parece mucho mientras puede para ti parecer nada, noventa puede parecer un exceso, pero no lo ve así quien tiene noventa y uno.
En una ocasión un paciente que acudió con depresión a terapia me dijo -ya estoy viejo, tengo 70 años y ya no vale la pena que intente hacer nada más-.
Es curioso, ya que esa sensación la sentí a los 25 cuando veía a mis compañeros de prepa entrados al mundo laboral mientras apenas culminaba la carrera de medicina.
Justo esa sensación la he sentido tan constante, también cuando cumplí 28 y pensaba en todo lo que mis papás habían logrado a esa edad y yo apenas empezando, ¡uff!, y eso que me falta tanto para los 70, pero le agradezco muchísimo a ese consultante, ya que su respuesta se ha vuelto la misma que me repito cada que siento que mi vida está pasando volando, así que les comparto esta historia esperando que les sirva igual que a mí.
Le pregunté, ¿Qué harías si te dijeran que te quedan cinco años de vida debido a una enfermedad mortal? A lo que él me contestó: “vivir como nunca, disfrutar y sembrar algo para dejar un fruto en el mundo una vez que me vaya”.
Entonces le repliqué: “resulta que el promedio de vida es de 75 años para un hombre mexicano, por tanto, te quedan cinco años o quizá más para aprovechar y vivir ¿qué esperas?”.
Tras una pausa me respondió: “tienes toda la razón ¿qué rayos estoy esperando?”. Y esa, justo ha sido la pregunta y a la vez respuesta que me he dado ¿qué estoy esperando? Y con ello te hago la misma pregunta ¿qué esperas?, ¿cuál es tu plan?
La vida se nos va, es cierto, pero lo importante no es cuánto te falte, sino lo que vas a hacer con ese tiempo.
Digo, la muerte es lo único seguro que tenemos. Hoy, aprovecho disfrutar, recordar y vivir, pues la edad no se mide con los años, sino con la experiencia, sabiduría y dedicación que se le pone a la vida.
Hoy quiero hacer valer esta vida, estos treinta años para que cuenten como mil y que después, cuando llegue a esos 75 o quizá más, haya estado convencido de que viví al máximo y que dejé algo para los demás, un símbolo de mi trascendencia, un pedacito de mi vida que me haga inmortal.