El campo, entre la pobreza y la corrupción

Gínder Peraza: El campo, entre la pobreza y la corrupción

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

¿Cómo está el campo ahora? le preguntaron hace unos días a un presidente municipal. Un hombre que nació en una pequeña población, pero que ahora vive en la ciudad y que participaba en la conversación, respondió por el alcalde, y afirmó que “está como siempre, con apoyo escaso y a destiempo”.

La situación de relegamiento, para no hablar de abandono pleno en algunas áreas, que vive el campo yucateco no es nada nuevo, no: está presente desde antes que floreciera la actividad henequenera, aquélla que generó el mote de “oro verde” para el henequén, y que hizo ricas a decenas de personas de la ciudad, las cuales amasaron grandes fortunas que ahora utilizan para crear negocios modernos que les dejan millones de pesos cada mes o cada año, para perpetuar así la situación de inequidad que caracteriza a nuestra entidad.

El campo henequenero fue expoliado, y cuando ya no resultaba redituable por la aparición de las fibras sintéticas, que eran más baratas que las del agave, entonces nuestro gobierno central le ordenó a nuestro gobierno estatal que liquidara el “negocio”, para lo cual despidió a cientos o miles de campesinos. A muchos de esos hombres se les dejó como despreciable paliativo una pequeña pensión, que desde luego no bastaba para sustentar a una familia, ni siquiera a una pequeña.

Los campesinos marcharon hacia el mar, para buscar el sustento ahí, y muchos pagaron con su vida porque ni siquiera sabían nadar. Hubo decenas de ahogados, hasta que el hombre del campo aprendió habilidades y mañas nuevas, para traer el valioso pescado sin perder la vida en ese empeño.

Porque conocemos la manera sufrida en la que el campesino sobrevive, es que nos parece injusto, malvado y si nos apuran hasta criminal, que haya personas que se dediquen a denigrar a las empresas que buscan desarrollar en el interior del Estado plantas generadoras de electricidad –y empleos– mediante métodos eólicos (con el viento) o fotovoltaicos (con la luz solar).

Esos agitadores afirman que los perversos empresarios buscan comprarles a los campesinos sus tierras a precios de baratija, para después forrarse de billetes gracias a sus engaños. Ésa es una gran falsedad, o por lo menos lo es en varios de los municipios donde se ha proyectado levantar complejos que generen ese tipo de electricidad limpia.

La presunta actividad de esos agitadores, que supuestamente buscan aprovecharse de los campesinos, está sirviendo de base para lanzar iniciativas de muy dudosos propósitos, como la que ocupa desde esta semana al Congreso de la Unión, y cuyo objetivo declarado es “defender como siempre” a los campesinos, pero que en realidad servirá para llenar los bolsillos de la gente que sigue aprovechando la corrupción, un poderoso mal que continúa vivito y coleando, a pesar de lo que dicen algunos.

Lo más leído

skeleton





skeleton