Además de los apuros económicos y financieros con los que llegará (no se ve alguna posibilidad de que eso cambie) al final de su sexenio, el presidente Andrés López sigue actuando igual que lo ha hecho desde el principio, como ya se lo han reclamado muchos de sus seguidores y detractores una infinidad de veces.

Pero los ex presidente municipales y los gobiernos estatales y federal no parecen estar preocupados, ni siquiera tantito, de las consecuencias que puede tener la suspensión de los comicios en Coahuila, los últimos de este año 2022.

Sea coincidencia o lo que sea, pero los analistas señalan que no parece mala la decisión de último momento (ojalá que esta última sea aspiracional, es decir, que sea un buen deseo y que se haga realidad) que hizo el gobierno de López Obrador, de suspender o aplazar las elecciones de junio próximo en Oaxaca, y de julio en Coahuila.

Eso sí, ambas se realizarían, sin duda alguna, según adelantó el Frente Cívico Nacional. Cualquier cosa que decidan los integrantes del Congreso de la Unión a lo largo de esta semana que ya comenzamos, seguimos pensando que la función y el trabajo del Instituto Nacional Electoral (INE) han sido formidables, ejemplares y esforzados, y difícilmente podría crearse otro órgano que haga algo mejor, y menos algo que sea de más calidad, que es lo que ha hecho este responsable instituto.

En este punto no podemos evitar que nuestro cerebro derive hacia la pregunta de ¿quién se hubiera beneficiado si el cambio que conllevaba el “Plan B” hubiera salido adelante en el Congreso federal? ¿Y quién todavía puede beneficiarse si las modificaciones a las leyes se hacen con base en lo que contenga el supuestamente llamado “Plan C”? ¿Y no corremos el riesgo tragicómico de llegar al “Plan Z” y se nos terminen las letras del alfabeto? (“¿Ya viste a los mexicanos? Se acabaron el abecedario para ponerle nombre a su proyecto de renovación electoral, pero cumplieron su promesa de contar en ese grupo con leyes más fáciles de aplicar, y más difíciles de violar”).

Puede haber muchas discrepancias entre los diferentes partidos que están registrados ante el Instituto Nacional Electoral. Morena, el PAN, Movimiento Ciudadano, el PRI, PT y PVEM, y disculpen si se me está escapando alguno, pero los puntos ideológicos en los que eventualmente difieren son uno o dos, y además son asuntos de escasa monta.

Así que a la hora de escuchar a esos inconformes a sueldo que aparecen un rato sí y otro no, tomamos en cuenta que sus críticas las hacen en espacios pagados siempre por partidos que ya están bien identificados, porque nacieron criticando a los actuales responsables del buen funcionamiento del INE, y de esa encomienda no se apartan nunca, cualquier cosa que sea la línea que les han marcado.