La pluma de Don Martiniano Alcocer
Rodrigo Ordoñez: La pluma de Don Martiniano Alcocer
A un año de que Don Martiniano Alcocer emprendió su viaje a nuevos mundos, es justo que ese hombre enamorado de las letras, aún continúe siendo recordado precisamente a través de la palabra, del verbo que con sólo pronunciarlo mueve las cosas, nos pone en movimiento y nos hace regresar de ese terreno brumoso donde reside la memoria. Fue uno de los grandes periodistas que supo consagrar su vida a este oficio, sin dejar atrás sus principios y valores, trabajó para mantener los espacios editoriales vigentes, labor titánica en este mundo que ya no lee otra opinión que no sea la suya.
“El poder de la pluma” un espacio que construyó Don Martiano para mantener el género editorial vigente, lugar de escritos con voz propia, a veces contradictoria con otros columnistas, pero basada en el respeto por el otro. En esta sección se recuerda a su fundador, que eligió a cada una de las plumas que permanecen para ofrecer un crisol de ideas diferentes: economía, televisión, legal, literatura, medicina, laboral, política y cultura, cada una de las voces representa un punto de interés para el lector.
Aún recuerdo que hace 20 años atrás tuve la fortuna de conocer a Don Martiniano Alcocer, un hombre con una gran pasión por las letras y libros, aunque en ese entonces no sabía que trabajaba en uno de los medios de comunicación más antiguos, sino más bien fue un encuentro inesperado que gratamente acabó en una cena en su casa, en donde discutimos varios temas literarios, yo aún estaba en la facultad e iniciaba mi descubrimiento por la literatura de la onda y el movimiento beatnik.
De una forma sencilla me explicó varios de los grandes temas que alimentaban a escritores como José Agustín, Parménides García Saldaña o Gustavo Saint, sin duda una charla enriquecedora que se prolongó hasta muy entrada la noche, pero que dejó una huella profunda en mi formación porque me hizo ver, desde un punto de vista periodístico la recepción de esas novelas y el porqué algunos medios y otros no, apoyaban esa noción de literatura joven que transgredía, con conocimiento del lenguaje claro, la tradición literaria.
Con el tiempo, alcance a comprender la grandeza detrás de un hombre sencillo, maestro, amigo y periodista dedicado a su trabajo: informar. A un año, aún lo recordamos con cariño, con tristeza a veces, pero sin dejar atrás este espacio editorial, que tanto representó para él, porque aunque en ocasiones queremos claudicar en nuestra lucha por mantener la pluma en nuestras manos, siempre regresa a mí la llamada que recibí de Don Martiano para invitarme a este espacio, dándome la confianza, el cariño y el aprecio detrás de ese ofrecimiento, así cada domingo doy mi mejor esfuerzo para tratar de honrar mi lugar en “El poder de la pluma”, demostrando que no se equivocó al elegirme. Larga vida Don Martiniano, nuestros viajes coincidirán nuevamente en otra cena, en otro momento, cuando la vida ya duela menos, pero la gratitud sea la misma.