Literatura y Revolución

Columna de Rodrigo Ordóñez: Literatura y Revolución

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El inicio de la Revolución Mexicana obligó a los artistas a tomar decisiones personales y poéticas para enfrentar los cambios que hubo a la caída de Porfirio Díaz, sobre todo, medidas políticas ante los gobiernos que se sucedieron durante los diez años que duró el movimiento armado, porque debieron optar por abandonar el estilo al que estaban acostumbrados o preservar el arte sin importar quién tuviera las riendas del país o cómo había llegado al poder.

Esa encrucijada artística ocasionó que, a la caída de Francisco I. Madero, durante la “Decena Trágica”, los escritores, principalmente los poetas, permanecieran en un silencio literario, sin pronunciar una postura a favor o en contra de Huerta. Como ejemplo de ello, cuando el usurpador visitó el periódico “El Imparcial”, dirigido por Salvador Díaz Mirón, el gran poeta estampó con su propia pluma las siguientes palabras: “El señor general Victoriano Huerta dejó en la casa de nuestro diario un perfume de gloria”, aunque muchos creyeron que era una alabanza, otros le atribuyen un significado más de sarcasmo debido a su olor a alcohol porque era un dipsómano consumado.

Los primeros años del siglo XX convulsionaron la concepción de la poesía así como de la literatura en general en la Península de Yucatán, no sólo porque las nuevas corrientes literarias, como el Modernismo, eran vistas con recelo por los escritores nacidos a mediados del siglo XIX, sino que presagiaban una renovación en todo el panorama cultural en la entidad; a lo anterior ayudaría el inicio de la Revolución Mexicana ya que el arte se replanteó su papel en el mundo y cómo debía abordar la realidad, además que postura política asumiría ante las diferentes facciones que contendían por el poder.

Los primeros síntomas de la pugna que enfrentarían los escritores se aprecian en la entrevista que concedió el poeta yucateco Manuel Sales Cepeda en 1908 al “Diario Yucateco”, donde aseguraba que la tradición literaria fue rota por el predominio del individualismo en la literatura y la búsqueda de lo novedoso como finalidad de la poesía; aunado a lo anterior, comenta que estuvo la actitud de los escritores de convertirse en seres excéntricos y originales.

Hubo casos, de quienes vieron en la literatura un medio para externar sus preocupaciones en materia de justicia social y libertad, como lo hizo Ricardo Mimenza Castillo cuando publicó en 1915 su libro titulado “Rebeldía” (Cantos Revolucionarios), precisamente durante el gobierno de Salvador Alvarado.

En ese tomo de poemas expone los ideales que debían seguir la Revolución Mexicana y los principios que debían regir a los gobiernos emanados de ella. Es relevante la obra del escritor yucateco, porque vislumbra mucho antes que los escritores del centro del país el compromiso que correspondía a los intelectuales como guías para materializar las aspiraciones culturales y educativas del movimiento armado. Fue una época que permitió que el camino del arte se bifurcará entre la estética y el compromiso con la realidad.

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