El regreso de las multitudes

Rodrigo Ordóñez Sosa: El regreso de las multitudes

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Con la modernización de las ciudades y el arremolinamiento de personas en cada uno de los barrios en Europa del siglo XIX, se tuvieron varias formas de apresar esa nueva realidad, principalmente cuando cada vez existían más espacios artificiales donde ocurrían pequeños actos de belleza, los cuales sólo podían ser apresados por la palabra en una época donde la fotografía apenas estaba surgiendo.

Así el poeta Charles Baudelaire acuñó el término flâneur, que nace en el contexto de la incipiente sociedad moderna a la que dio lugar la industrialización en el París del siglo XIX. El poeta Charles Baudelaire lo menciona por primera vez en su libro “Las flores del Mal” en 1857, para describir a un personaje que deambula sin rumbo por las ciudades, sin ningún objetivo salvo el propio hecho de caminar, aunque en esencia parece un concepto sencillo, tiene mucho detrás de sí.

Es una actitud vital, una manera diferente de relacionarse con nuestro entorno. Básicamente consistía en explorar los diferentes barrios y secciones de la ciudad con un aire antropológico, hacer que la urbe sea un ente vivo, la protagonista avasallada por el movimiento que impone la multitud.

El paseante o caminante veía entre las ventanas las rutinas cotidianas, las pequeñas batallas por conseguir alimento, mirar a quienes no tenían dinero o trabajo tratar de obtener unas monedas, en contraste, las grandes multitudes que aparecían en los grandes bulevares que recién se estrenaban en la demolida París del siglo XIX.

Con la reciente liberación de todas y todos del confinamiento por la pandemia, las actividades y las multitudes comenzaron a salir nuevamente a las calles, a ocupar los espacios urbanos para colocar a la ciudad como la protagonista indiscutible de los ratos de ocio, punto de encuentro, donde existen historias de amor, de asesinatos, accidentes o desencuentro entre quienes pese a la voluntad de permanecer, acaban por distanciarse en el mar de edificios y rutinas que aunque existan dos cuadras de diferencia, te sientes en otro continente.

El primero de estos regresos triunfales de la multitud ocurrió el año pasado. El 2022 estuvo marcado por dos hechos simbólicos: la apertura de las puertas sagradas del cementerio para allanar el camino a casa para las ánimas que cada año visitan nuestras tierras y, por otra parte, el arribo de más de 50 mil almas que nuevamente salieron a la calle a recuperar los espacios públicos después de dos años de confinamiento por la pandemia.

El evento logró congregar a 50 mil personas que celebraron la reactivación de la vida social.

En el epílogo de esa misma noche, los últimos pasos de la procesión que la Dirección de Cultura del Ayuntamiento de Mérida convocó iban apagándose, luego un breve silencio y después la música que en cada esquina retumbaba, cada vez más fuerte, dejando atrás la bienvenida a las ánimas, para anunciar que las multitudes habían regresado a las calles, liberadas del confinamiento obligado, moviéndose sin detenerse por todos los espacios públicos, dejando atrás el miedo y dándonos la oportunidad de mirar otra vez qué se esconde detrás de la rutina y el miedo.

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