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Llevamos ya un año desde que la pandemia de Covid-19 forzó el cierre de colegios y obligó a los estudiantes a tomar clases desde sus hogares para evitar contagios. Según cálculos conservadores, los docentes perdieron la comunicación con casi el 10 por ciento de los alumnos desde educación inicial hasta el nivel de secundaria. Hoy se hacen grandes esfuerzos para salvar el ciclo escolar a base de trabajo y dedicación de parte de los maestros, no se puede hablar de una reprobación del grado escolar, ya que el objetivo es recuperarlo y que los alumnos regresen a sus actividades para ser regularizados con sus actividades académicas. La finalidad es que todos tengan comunicación directa y permanente con sus maestros sin importar qué estrategia hayan elegido para lograrlo.

Las consecuencias que la pandemia trajo a la educación son devastadoras: el estrago en torno a la salud mental de los educandos y, por supuesto, el enorme rezago de aprendizajes los han sufrido todas las familias mexicanas. Ante esta crisis educativa, la desesperación se incrementa en los hogares con el pasar de los días.

En el mundo, la situación educativa es la misma, el gran reto es educar a los pandemials con un plan integral de diagnóstico y remedio que permita a las instituciones de educación pública y privada generar cambios en la forma de enseñar a distancia con nuevos contenidos que permitan a los alumnos responder a los nuevos retos de convivencia y tolerancia social. Cuando hay un cambio en la conducta social se tienen alteraciones y necesariamente hay que adaptarse para mantener la sana convivencia. Hay personas que contribuyen a esos cambios, otras que se resisten a ellos y otras que los niegan.

En el caso de la educación, sus cambios son fruto de elementos auxiliares en la educación, como la tecnología, algo que hace un año no esperábamos que fuera tan indispensable. Los fallos en la eficacia de la educación a distancia en México deben empujar a una nueva versión de contenidos y prácticas de la misma, desde hace cuántos años insistíamos en que la tecnología no iba a sustituir al profesor, pero el profesor que sepa tecnología sí iba a sustituir al que no lo la usa y eso se cumplió el año pasado cuando pasamos de un sistema presencial a un nuevo y desconocido sistema de clases online en prácticamente todos los niveles educativos.

Se deben impulsar, desde la Secretaría de Educación, nuevas herramientas aprovechando la iniciativa y el talento del docente hacia la innovación a fin de generar estrategias y acciones contra el rezago educativo, impulsar cambios que generen nuevos aprendizajes y nos permitan enfrentar con éxito y adaptarnos a las nuevas demandas sociales y de convivencia. El rol del maestro es determinante para romper esquemas y crear nuevos que incluyan temas como: la inteligencia emocional y digital e incluir los conocimientos en la vida diaria, es decir, la educación tiene que responder a la vida y el buen docente busca dar respuestas a ello.

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