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Esta semana acudió a la terapia una bellísima persona para platicar sobre su vida, sus aciertos y sus miedos. Entre las interesantes cosas que conversamos y que juntos descubrimos, se destaca un tema que hizo eco en mi mente el resto del día y que hoy les platico.

Este consultante me hizo saber su miedo, el mismo que tengo al igual que muchas personas, a un día fracasar. Fue interesante escucharlo, ya que es una realidad, nuestro freno más grande para alcanzar cualquier cosa es el miedo a que nos llegue a salir mal, tan grande incluso que en ocasiones preferimos no intentar con tal de no fracasar o, como dijo mi paciente, con tal de no cagarla.

“¡Te tengo una mala noticia!”, le dije, no importa lo que intentes, un día la vas a cagar, algún día tienes que fracasar, en alguna ocasión tendrás que echarlo a perder, puesto que así somos los seres humanos, perfectamente imperfectos. Pero quien no arriesga no gana, quien no se avienta ya está fracasando por el simple hecho de no haber intentado llegar a sus metas o cumplir sus sueños.

Ahora les cuento de mí y de todo aquello que descubro gracias a la sesión de la cual les comparto. Me di cuenta que también tengo miedo de echar algo a perder ahora que mi primer hijo está a punto de nacer. Tengo mucho miedo, en aproximadamente dos semanas lo tendré en mis brazos y no sé qué voy a hacer, ¿qué tal si soy mal padre?

Entonces abro los ojos y me doy cuenta de que nadie nos enseña a ser buenos o malos papás, que esto se aprende en el camino y que no importa lo que haga, en algún momento algo voy a echar a perder y no, no está mal.

No es malo fracasar, mucho menos si nos aventamos a componer luego ese fracaso, no soy perfecto, nadie lo es, aunque bueno, puedo actuar como si lo fuera, total, nadie notará la diferencia.

Ahora descubro que, aunque mi hijo aún no nace ya estoy siendo buen papá, desde el momento de sentir miedo al fracaso, porque eso significa que mi bebé me importa.

Tomando como base lo anterior, también me doy cuenta, así como en el caso de mi paciente, que cualquier persona con miedo a fracasar, pero que se aviente por conseguir sus sueños, aún con ese miedo, ya está ganando, está obteniendo una experiencia, está en el camino a ser mejor y diferente del que sería si se quedara sentado y temblando pensando en el “¿qué pasará?”.

Amigo lector, hoy te invito a seguir viviendo con el miedo al fracaso, pero sin detenerte frente a él, pues total, no tiene nada de malo -como se dice vulgarmente hablando- cagarla de vez en cuando.

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