Las mujeres mayas, una cuenta pendiente
Verónica García: Las mujeres mayas, una cuenta pendiente
A propósito del Día Internacional de los Pueblos indígenas, vale la pena recordar que, de acuerdo al Inegi (2020), el maya es la segunda lengua indígena hablada en México, debajo del Náhuatl, con 774, 755 hablantes, de los cuales 376, 631 son mujeres y 398,124 son hombres, mismos que se concentran, casi en su totalidad en los estados de Yucatán, Campeche y Quintana Roo.
Específicamente, en Yucatán, de sus 2, 320 898 habitantes, 519, 167 son maya hablantes: 255, 185 mujeres y 263, 982 hombres. Sin embargo, observamos que 15, 452 mujeres hablantes de maya no hablan español en contraste con los 9, 188 hombres en esta circunstancia. Esto se debe, en gran medida, a que muchas de estas mujeres no logran tener acceso a la educación ni interactúan con personas ajenas a su comunidad, a diferencia de los hombres de la familia, quienes tienen más oportunidad de estudiar y trabajar fuera del ámbito familiar.
A pesar de esto, las mujeres mayas son las encargadas de la educación de los hijos y de la atención de sus hogares, participan en la vida económica de la comunidad: bordan, tejen guano, son artesanas, parteras y campesinas, lo que implica ir a la milpa con los hombres a hacer el mismo trabajo que ellos, talan monte, cortan y juntan leña, siembran y cosechan. Algunas de ellas salen de sus comunidades para trabajar en las ciudades cercanas o en las cabeceras municipales como servicio doméstico y cuidando niños, la mayoría de las veces por jornadas de una semana, con uno o dos días de descanso. Las más jóvenes, se han integrado como obreras al trabajo en fábricas o en la maquila.
En los últimos años, han logrado organizarse en cooperativas para desplazar sus productos como semillas, miel, bordados, artesanías e, incluso, han logrado espacios en la vida pública como la cultura en la que tenemos escritoras, compositoras, teatreras, gestoras culturales; y la política, llegando a ser representantes populares de sus comunidades: comisarias, regidoras, presidentas municipales.
Lamentablemente, las mujeres mayas son víctimas de violencia en muchos sentidos, pues tienen restringido el acceso a la educación, a los servicios de salud y de justicia, debido a la distancia de sus comunidades con respecto a la capital del estado, por darles prioridad a los hombres de la familia para incorporarse a la vida social y laboral, así como porque las instituciones del Estado encargadas de generar los programas para el desarrollo no cuentan con una perspectiva intercultural y de género.
Por fortuna, cada día más jóvenes leen y escriben en maya y se incorporan a la educación superior —lo que implica para ellas necesariamente el dominio del español, migrar a las cabeceras municipales para estudiar su bachillerato y, posteriormente, a las ciudades principales—, estas mujeres, a pesar de no vestir de huipil, se saben y se sienten mayas, aunque no hablen su lengua en público; pero, por mucho tiempo que vivan en la ciudad, regresan constantemente, cada semana, cada quince días, a su comunidad, para convivir con su familia y disfrutar de sus costumbres que les son negadas en la ciudad. Sin duda, las mujeres mayas son aún tema pendiente.