|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Con respecto al mes de la Independencia de México, me gustaría ahondar un poco sobre la psicología del mexicano en cuanto a la personalidad, carácter, etc.

Hace algunos escritos, hablé precisamente del escrito “Máscaras mexicanas” que forma parte del libro de Laberinto de la soledad del escritor Octavio Paz, y analicé la postura del escritor con respecto a lo que sucede con el mexicano, pero más bien de manera externa en su proceder y del cómo aborda su rol –del yo– dentro de la sociedad.

En esta ocasión quiero presentarles un ensayo que me gustó de sobremanera porque me hizo debatir con el autor, diferir, cuestionar y por supuesto aprender, que se llama “Psicoanálisis del mexicano” (1934) del filósofo mexicano Samuel Ramos Magaña, en el que expone de manera puntual y valiente sus percepciones acerca del carácter del mexicano apoyado con las teorías psicológicas del psicoanalista austriaco Alfred Adler, apegadas al sentido de inferioridad que tiene muy arraigado el mexicano: “el sentimiento de inferioridad aparece en el niño al darse cuenta de lo insignificante de su fuerza en comparación con la de sus padres”.

La afirmación anterior hace profundizar al escritor sobre la premisa de que aquel sentimiento lo llevamos muy en el fondo de cada uno y no es algo nuevo, sino que viene de generaciones atrás, que se fue agravando desde que México fue conquistado por los españoles, donde como sociedad ya establecida tuvimos que agachar la cabeza y someternos a nuevas reglas, costumbres, religión, entre otros factores.

Ramos divide al mexicano en tres categorías: el pelado, el mexicano de la ciudad y al burgués mexicano.

El primero destaca por vivir en una situación precaria, con nulo acceso a la educación, tiene que enfrentar situaciones lamentables para poder subsistir por lo que se forma un carácter duro, rejego, violento. Pero el escritor condiciona que este actuar es debido a la gran debilidad y sentido de inferioridad que alberga en sus entrañas, ya que al mínimo roce del viento, se pone impertinente y grosero.

Toma el símbolo fálico como escudo contra el mundo, y de esta manera disfraza su verdadero sentimiento, teniendo como miedo constante el ser descubierto. “Aun cuando el pelado mexicano sea completamente desgraciado, se consuela con gritar a todo el mundo que tiene -muchos huevos- (así llama a los testículos)”.

Otra expresión muy usada es la de “yo soy tu padre” como símbolo de autoridad, de fuerza patriarcal, de seguridad funesta de macho mexicano. Todo se resume en dejar oculta su hipersensibilidad a través de iracundas expresiones.

En cuanto a la segunda categoría “el mexicano de la ciudad” es una batalla constante de llamar la atención de terceros, donde también radica el sentido de inferioridad, pero con el sentido de educación, es a menor escala. Sin embargo, personalmente he visto y sido testigo que hasta dentro de las personas “educadas” hay quienes son extremadamente explosivos, peligrosos, groseros, etc. “El desconfiado está siempre temeroso de todo, y vive alerta, presto a la defensiva. Todo lo interpreta como una ofensa”.

Para concluir, el último punto sobre el burgués mexicano no difiere mucho de los otros dos, ya que aflora de igual manera “la susceptibilidad patriótica del hombre del pueblo y los mismos prejuicios que éste acerca del carácter nacional”.

Cabe recalcar que el ensayo es opinión de su interlocutor, difiero en algunas cosas, y por puesto estoy a favor de la no generalización.

Lo más leído

skeleton





skeleton