Bukowski en días aciagos

Cristóbal León Campos: Bukowski en días aciagos

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En estos días algo más que caóticos, he retomado la lectura del libro “La enfermedad de escribir”, de Charles Bukowski, publicado en 2020 por la editorial Anagrama, donde se reúnen las cartas que el escritor estadunidense redactó entre los años de 1945 y 1993 (pocos meses antes de su muerte en 1994), como una forma de reforzar el sentido de la escritura en un mundo lleno de malicia y violencia opresora que se ejerce desde muy diversas formas, pero donde resalta la que practican los hombres contra las mujeres y la que el sistema capitalista por naturaleza imprime sobre los y las trabajadoras que buscan el sustento diario.

En las misivas reunidas, pueden apreciarse las valoraciones que Bukowski realiza en relación a la escritura, sobre sus propios maestros o “ejemplos” literarios y anécdotas o episodios de su vida que se entretejen con su quehacer como escritor. Las cartas, cuando así fueron escritas, se acompañan de reproducciones de los dibujos que realizó el propio Charles, dando un efecto más cercano a la originalidad del sentimiento que impulsó la escritura de los documentos que ahora apreciamos como un testimonio invaluable de la vida y trayectoria del autor de obras como “El cartero” (1971), “Escritos de un viejo indecente” (1969) y “Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones” (1972).

El sentir discursivo que desarrolló Bukowski en sus cartas abre ventanas para comprender una parte importante de la vida cultural y literaria de su época, dando luz a disputas sobre estilos literarios, lo arcaico del canon, los manifiestos culturales como el de la Generación Beat y sus integrantes con quienes compartió ideas y debatió otras, así como ante las posturas políticas de escritores y artistas, y las políticas de las editoriales a las que se enfrenta en ocasiones por no coincidir con las estrechas normas del mundo comercial-literario.

Bukowski, como se sabe, fue un pensador que rompió los estereotipos de lo que se consideraba “un buen escritor”, su figura y escritura suele asociarse con rasgos decadentes de la sociedad estadunidense, ya que su libertad al narrar no dio lugar a ambigüedades lingüísticas y circunloquios sin temática, fue un autor duro y crudo, y ahí es donde tiene lugar su aceptación por sus lectores, así como también su rechazo por grupos aún hoy moralizantes y conservadores.

Las cartas reunidas en “La enfermedad de escribir”, dan lugar a desnudar temas aún vigentes, como el que señala Bukowski en su misiva de 1970 dirigida a John Martin, donde le dice sobre su necesidad económica que: “No me importa escribir por dinero de vez en cuando, soy demasiado viejo para que acaben con mi creatividad, la llevo dentro como la muerte, nadie podrá arrebatármela, pero ganarse la vida escribiendo es duro y me gustaría ver algún que otro ingreso, es bueno para el espíritu”. La cita puede trasladarse a la actualidad y ayudarnos a pensar en la realidad que viven la mayoría de escritores y escritoras, quienes en ocasiones deben relatar por encargo para poder pagar las cuentas acumuladas, y esto no significa que sacrifiquen su creatividad ni su libertad, sino simplemente que, como humanos, deben comer a diario.

Charles Bukowski es una referencia obligada cuando buscamos sentido a la sinrazón de un mundo envilecido y deshumanizado, pues aunque no podamos estar de acuerdo en todo con el escritor estadunidense, sí podemos reconocer la necesidad de la honestidad en la escritura y la urgencia de crear nuevas rutas alejadas de la jaula del canon

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