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Hoy se efectúan elecciones en Brasil, teniéndose al ex presidente Luis Ignacio Lula da Silva (Partido del Trabajo) como favorito en las encuestas, por encima 14 puntos de Jair Bolsonaro (Partido Liberal), actual gobernante y abierto partidario del neofascismo,
pero Lula requiere en esta primera vuelta alcanzar más del 50% de votos válidos para gobernar nuevamente en su país.

Ante lo que ya muchos consideran una victoria segura de Lula da Silva, los partidarios de Jair Bolsonaro –verdaderas hordas neofascistas- han realizado amenazas y llamados a desconocer el resultado sin que las elecciones se hayan realizado, algo que pudiera resultar sumamente grave, aunado al juego cínico con que ya han comenzado a convocarse para reunirse en diferentes sitios de votación, pues utilizan el discurso del fraude, cuando ellos son quienes detentan aún el poder y cuentan entre sus aliados a los Estados Unidos, la Organización de Estados Americanos (OEA) con Luis Almagro al frente, y diversos sectores ultraconservadores latinoamericanos, que se han prestado durante el mandato de Bolsonaro a diferentes ataques contra Lula y contra gobiernos de izquierda y/o progresistas de la región como el de Cuba y Venezuela.

No dejemos en el olvido que la OEA fraguó el Golpe de Estado en Bolivia que destituyó a Evo Morales, siendo tiempo después comprobados los hechos.

Sobre los comicios en Brasil, Juraima Almeida en su artículo “Un domingo para despertar de la pesadilla y evitar un golpe”, publicado en Resumen Latinoamericano, manifiesta el temor que se tiene de que se desate la violencia por las amenazas y descalificaciones lanzadas por Bolsonaro en la busque de su reelección, la violencia de su discurso ha llegado al grado de decir que: “no aceptaría otro resultado que ganar con el 70% de los votos”, lo que como dice en su texto Almeida: “no augura nada bueno […] (pues) existe la sensación de que el país se enfrenta a una elección entre democracia o fascismo, que no se trata de una simple elección, sino de la supervivencia de la democracia”.

La apuesta bolsonarista por la violencia y desestimación de los resultados electorales, es en realidad más de lo mismo que se vivió en estos últimos años en el país sudamericano, la administración de Jair se caracterizó por el desprecio humano a los sectores proletarios y populares, por una pésima gestión ante la pandemia de Covid-19, por una entrega descarada al imperialismo estadunidense junto a alianzas con el sionismo israelí, además de abiertos procesos de militarismo que llevaron al presidente a recordar de forma “victoriosa” el pasado de las dictaduras militares y a despreciar la democracia y las luchas de reivindicación social.

También, en el caso educativo y ecológico, Bolsonaro despreció los procesos científicos y progresivos del conocimiento, desdeñando el invaluable legado pedagógico de Paulo Freire (a quien quiso prohibir) y en el caso del cuidado de la naturaleza, su apuesta fue por la devastación de la Amazonia y el descontrol en el “desarrollo”, contribuyendo a la agresión y despojo de los pueblos y comunidades.

En este contexto, esperamos la derrota de Bolsonaro, como una forma de frenar el avance del neofascismo en la región latinoamericana.

Posdata: hoy 2 de octubre, a 54 años de la Matanza de Tlatelolco, la consigna es la misma: ¡Ni perdón ni olvido!

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