El mejor regalo de Navidad
Adriana Marín Martín: El mejor regalo de Navidad
Tengo la fortuna de haber disfrutado navidades muy hermosas, llenas de armonía y calor familiar, es por ello que esta es y ha sido mi festividad favorita. El brillo y la luz del árbol y el agradable olor a pino son algo que no cambiaría por nada.
Las risas, los abrazos, y los momentos de convivencia llegan a mi mente y corazón cada vez que escucho la palabra Navidad.
Recuerdo que en el año de 1986 mi carta para Santa llevaba una solicitud directa y específica, quería la enciclopedia de Disney de editorial Grolier, un paquete con 26 tomos llenos de color, historias y clásicos que hasta el día de hoy, aunque suene increíble, tienen un lugar en mi librero.
Mi madre siempre procuraba que en la casa no faltaran los libros; "la educación es la mejor herencia que puedo dejarles", siempre decía. Era ilógico que con sendas declaraciones hubiera dicho no a la demanda que le hice a Santa en ese entonces. Fue así que a la medianoche, cuando el reloj tocaba las primeras horas del 25 de diciembre de 1986, mi padre, quien era el encargado de dar fe de ese encuentro entre la magia y la realidad, mismo que se daba debajo del árbol cada año, nos acompañó para el indescriptible encuentro con los regalos.
Era un momento importante en la vida de mis hermanos y la mía, todo podría suceder, los cuatro sabíamos que Santa no dudaría en dejar un pedazo enorme de carbón al que no pase la prueba
Por suerte ese año el viejo del traje de rojo se comportó, como siempre, muy amable conmigo, y fiel a su palabra dejó para mí el enorme paquete con la enciclopedia de Disney de 26 tomos, cada uno representando un pase directo a la aventura, la ilusión y la fantasía.
Recuerdo la manera cuidosa con la que abrí la caja, puedo sentir al escribirlo el agradable aroma de los libros nuevos, ese que hasta el día de hoy me apasiona tanto. El tiempo se detuvo, los gritos y carcajadas de mis hermanos se silenciaron, era mi momento. Ese día descubrí que me encantaba la lectura y que recibir lo que has deseado y anhelado justo en el momento esperado, es sinónimo de una caricia al alma. Ese día amé con todas mis fuerzas a Santa Claus y dejé de verlo tan gordo.
Conforme los años fueron pasando la Navidad comenzó a variar su importancia en mi vida, hubo un tiempo, hace no mucho, en el que las reuniones, los amigos y la diversión alejaron mi atención de estas festividades.
Pero hace poco más de una década, cuando tuve la bendición de convertirme en mamá, esa magia decembrina tocó a mi puerta de nuevo, la sonrisa de mis hijos y el brillo de sus ojos al escuchar la palabra Navidad me hizo recordar el encanto de estas fiestas, en las que la ilusión y la realidad se dan cita debajo del árbol para celebrar la armonía, la paz y el amor. Hoy, después de algunos años, mi carta para Santa también lleva el nombre de algunos libros.