En ninguna de las primeras fuentes escritas que se generaron de Uxmal pasó desapercibido el Templo de El Adivino, evidentemente por las dimensiones colosales que ostenta el edificio. Quizá los comentarios expresados por la población local relativos a la existencia de grandes montículos y edificios favoreció que los primeros cronistas de la Colonia visitaran y describieran tanto los edificios como otros aspectos relacionados con el asentamiento maya.

Los cronistas del siglo XVI aunque, al parecer, no realizan intervenciones en el sitio durante sus visitas, sí plasman las primeras impresiones en sus valiosas descripciones acerca del asentamiento. Podemos decir que entre las primeras fuentes escritas se hallan los testimonios de Diego de Landa y de Antonio de Ciudad Real, quienes describen su travesía para llegar Uxmal, así como su estancia en cada uno de los edificios. Del templo del Adivino les asombró su monumentalidad y su probable uso religioso y ceremonial. En el Registro Yucateco, fray Estanislao Carrillo también describe el asentamiento de Uxmal como de otros sitios de la región a mediados del Siglo XIX.

En un segundo orden nos podemos referir a los viajeros y exploradores de mediados del siglo XIX y de principios del siglo XX, quienes registraron de manera gráfica diversos sitios y edificios, testimonios icónicos y descriptivos que hoy día constituyen una herramienta más que nos sirve de soporte al realizar acciones de conservación de los edificios y ciudades prehispánicos. Asimismo, emitieron interpretaciones de los asentamientos conforme a su época. También  realizaron algunas intervenciones, desenterrando para descubrir determinados sectores del Templo de El Adivino que se encontraban parcialmente cubiertos por el desplome  de los cuerpos superiores del edificio.

Otro de los propósitos de estos exploradores era el de descubrir y encontrar ofrendas, esculturas, fachadas y subestructuras que fueran testimonio del hallazgo de culturas con una supuesta “influencia” del Viejo Mundo o con el objeto de plantear teorías fantasiosas, pero se maravillaron con la capacidad que tuvieron las culturas de América para lograr las edificaciones que aún hoy en día se conservan.