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OFRECIMIENTO DE PARAÍSOS FISCALES. Tremenda conmoción hubo en días pasados cuando los indiscretos miembros del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación publicaron un reportaje con una larga lista de personas, quienes movieron fortunas a refugios fiscales para ocultar sus capitales y evadir impuestos. Entre los mencionados hay conocidos empresarios y funcionarios de gobierno.

Un periódico local dio cuenta del hecho, al que se ha llamado “Pandora Papers”, y como subtítulo de esa información se dice: “La evasión fiscal y la secrecía ofrecen paraísos fiscales”. Según la gramática española, el cabecero de esa noticia no respetó el orden en que deben de escribirse los elementos o partes de una oración y la frase resulta oscura.

La fórmula para la buena redacción es SVP, sujeto, verbo y predicado o complemento. Por lo tanto, al poner como sujeto “La evasión fiscal y la secrecía” y ser el predicado, “paraísos fiscales”, en ese escrito se cambió el significado de lo que se quiere decir. La redacción correcta de esa oración es: “Los paraísos fiscales ofrecen evasión fiscal y secrecía”. Así es más claro y se respeta el orden establecido por la gramática.

La honda sale de su letargo y, previo estiramiento de sus elásticos, queda lista para la acción. Ponemos un pedrusco en el “cuerito”, tensamos de nuevo las ligas, lanzamos el proyectil y el primer ejemplar del día reposa en el morral.

EL EJÉRCITO EN CAMPAÑA. El ser humano es susceptible de cometer errores. Entre los escritores de renombre también brincan los gazapos; infalible, sólo Dios. Una prueba de este aserto es el siguiente suceso.

Un conocido periodista, caracterizado por su acérrima enemistad con el presidente de la República, en sus historias reporteriles escribió un párrafo dedicado al titular del Poder Ejecutivo: “Fue brutal en criticar a Trump, hasta que lo tuvo enfrente y se convirtió en su porrista. Con el Ejército en campaña anduvo muy envalentonado acusando a los militares de asesinos y nomás llegó al poder, se entregó a los brazos verdes”.

Dejemos a un lado la política (el Señor nos libre de meternos en ese infierno) y concentrémonos en los vicios de redacción. En el parágrafo que comentamos no queda claro quién estaba en campaña, si el Ejercito, o el ahora Primer Mandatario del país. Este vicio del lenguaje se llama anfibología y consiste en una ambigüedad o falta de claridad que dificulta la comprensión del mensaje.

Pertrechamos nuestro tirahule con una piedra caliza, con todo respeto enviamos un disparo al “Ejército en campaña”, cobramos la pieza, la guardamos en el sabucán y damos fin a la excursión de hoy. Hasta el próximo tirahulazo.

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