Lugares de magia
El Poder de la Pluma
Se suele juzgar lo positiva o negativa que pueda ser una persona dependiendo de qué “tan medio lleno o medio vacío” vea el vaso; yo, en cambio, prefiero medir ese positivismo dependiendo de cuánta confianza le tengas a un nosocomio.
¡No me gustan los hospitales!, dicen algunos, sin tomar en cuenta la magnitud de sus palabras. Resulta que éstos son los lugares más mágicos de la tierra, ya que pueden evocar diversas reacciones y recuerdos en cada persona, son lugares de esperanza, donde cualquier cosa puede ocurrir, a donde acudimos con el deseo de ser curados, donde el nerviosismo y la presión aumentan, donde las dudas se despejan pero donde también otras te llegan. Son espacios para sentirte bien y sano, aunque también te pueden hacer sentir dolor y soledad. Son recintos para aprender sobre tu cuerpo y la vida, sobre cómo cuidarla, pues es el tesoro más grande que tenemos.
Un hospital es un espacio que reúne a la familia, incluso a la que ya no se hablaba, con tal de estar ahí por la salud de algún paciente; es un lugar para conocer quiénes son nuestros amigos, quiénes realmente se preocupan por nosotros y cuando estamos ingresados nos visitan. En un nosocomio se conjugan mágicamente todas las religiones pidiendo siempre a Dios por la vida, la magia más grande de todas. Aquí el ateo se vuelve religioso e incluso el religioso se puede volver ateo.
Los hospitales son lugares en donde, si eres el paciente, entras con dolor y sales sin él si te dejas atender, algunos se van por un alta por mejoría y otros por un alta que se ha convertido en celestial y es ahí donde ocurre también otra magia, pues pese a ser un lugar de esperanza es también donde ésta puede perderse, donde la vida puede acabarse enseñándonos que no somos invencibles y que todo lo que empieza tiene que terminar y que por lo mismo debemos de luchar día a día en ser perseverantes y aprovechar cada instante. En el hospital, se nos permite valorar la vida, aprender de nuestros errores, sorprendernos de los instantes y cómo éstos repercuten en nuestra vida; aquí se nos otorga la posibilidad de vivir de una mejor manera, de poder trabajar en ti para evitar volver, para sentirte bien contigo mismo y tener una mejor calidad de vida.
Los hospitales son lugares para aprender el valor de una vida, donde hay nacimientos, milagros, alegrías, pero también sustos, temor y llanto; son espacios para conjugar todos los sentimientos humanos y eso los convierte en lugares llenos de valor, tanto como el que tienen los que ahí trabajan, quienes dejan por otras personas, la mayoría desconocidos, a sus hijos, parejas y eventos; muchos ni siquiera gozan de una vida personal porque el tiempo no se los permite, pues la salud, la vida y el hospital te obligan a ponerlos de primero.
Los hospitales son espacios que intentan ser limpios, donde todo el que trabaja buscará de alguna manera ayudarte porque eso es lo que sabe hacer; son muchos los enfermos, poco el personal y demasiado el estrés de los familiares. Recordemos que suelen ser más los curados que los muertos, porque los hospitales son lugares de vida y no de muerte, es por ello que he decidido trabajar ahí.