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Cual malabaristas en el alambre, al filo siempre de la emoción y sorteando con donosura las dificultades de la obra, una de las más logradas del virtuoso pianista y compositor Franz Liszt, el Concierto para piano Núm. 1, Manuel Escalante, el joven director huésped Rodolfo Barráez, una de las promesas de la dirección de orquesta en Latinoamérica –según el programa de mano - y la Orquesta Sinfónica de Yucatán nos ofrecieron, la noche del viernes 28 (y lo repiten hoy), un emotivo y lucido concierto, el segundo de la naciente temporada, ante teatro lleno, en el Peón Contreras.

Muchos detalles, variados sucesos, pero sobre todo la presencia en el escenario del Peón Contreras del vallisoletano Manuel Escalante Aguilar convocaron a cientos de melómanos que, tras la ejecución impecable y emotiva al piano de la difícil pieza de Liszt, hicieron salir hasta en tres ocasiones al paisano, avecindado en Badajoz, España, desde hace años, para agradecer la ovación de sus seguidores yucatecos. Manuel, como Cecilio Perera, el mayor guitarrista clásico de Yucatán, es profeta en su tierra.

El director huésped, con todo el ímpetu de sus 25 años, dirigió magistralmente a la OSY, tanto en la archiconocida Rapsodia húngara Núm. 2 (de 19) del compositor austro-húngaro y uno de los más grandes concertistas de piano que ha dado la humanidad, como en la comunión de emociones con Manuel, en el ya mencionado concierto, y en la Sinfonía Núm. 103 “Redoble de timbal” de Franz Joseph Haydn, que cerró el programa.

Barráez, venezolano, surgido del sistema de orquestas juveniles e infantiles de ese país, cautivó al público con su apasionada, ágil y enérgica forma de dirigir a la Sinfónica –dócil y madura formación de la que podemos estar orgullosos los yucatecos-, al grado de que los aplausos hicieron que saliera al menos en dos ocasiones a agradecer la entrega del público.

Para quien esto escribe, el concierto reviste especial motivo de emoción porque el maestro Manuel Escalante es, aparte de paisano, integrante de una gran familia vallisoletana de la cual forma parte el escribidor –y de la que Cecilio también recibió una buena dotación de genes de excelencia- y porque en el mismo teatro, de boca de la presidenta del Patronato pro Historia Peninsular, Margarita Díaz Rubio, supo que este martes 1 de octubre será develada una placa en la casa donde nació y vivió la madre de Manuel, la pianista y profesora Mildred Aguilar Bates, como un homenaje a los servicios de excelencia que prestó a la cultura vallisoletana desde la docencia, la poesía y desde luego el magisterio pianístico, cuyo mayor fruto es su hijo Manuel, su primer discípulo.

No puede quedar sin mención otro motivo de gusto y satisfacción: la presencia como invitado en la dotación de percusiones de la Sinfónica del licenciado Omar Celis Jr., cuya perseverancia y dedicación a la difícil labor de tocar los parches es más que conocida por mí. Felicitaciones a Omar, hijo y nieto de grandes músicos yucatecos cuyo nombre lleva.

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