Más allá de nuestra vida y nuestras vigilias

Aída López: Más allá de nuestra vida y nuestras vigilias

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La escritura es un texto que encierra infinitos sentidos y que puede ser comparado con el plumaje tornasolado del pavo real

Juan Escoto Erígena

Este 2021 se celebran 700 años de la muerte del poeta supremo Dante Alighieri, quien todos los días nos recuerda que tenemos un lugar en el infierno tan temido con su Divina Comedia, con la que Jorge Luis Borges aprendió el italiano durante sus lentos viajes en tranvía de su casa a la Biblioteca de Almagro donde trabajaba. Los tres libros de bolsillo que compró en la Librería Mitchell: Infierno, Purgatorio y Paraíso, en edición bilingüe - inglés-italiano-, hicieron que terminara dominando el idioma como una forma de introducirse al pensamiento del autor. Confesaba que no sabía otro italiano que el de Dante, pero eso le bastaba para releerlo.

Borges vaticinó que la obra épica iría más allá de nuestra vida y nuestras vigilias, lo que constatamos en la actualidad, pero lo más asombroso es que los 33 cantos, junto con el introductorio para sumar 100, sigue hablándonos de la condición humana y esa es la virtud que ha hecho que trascienda a las generaciones con nuevas interpretaciones de la escritura a la que se refirió el filósofo medieval Escoto Erígena.

Cada época, según su visión, le ha dado diferente sesgo a la lectura: en el medioevo fue teológico; en el siglo XIX histórico. En la actualidad predomina la lectura estética, nos dejamos llevar por la acentuación y entonación de los versos que van siguiendo la musicalidad de las emociones. Las diferentes lecturas inmortalizan la obra.

Borges destaca los deleites y delicias del poeta italiano. El uso de metáforas lleva los versos a otra dimensión cuando alude a la fortaleza del hombre comparándolo con un cubo, la figura geométrica más firme, o cuando quiere destacar la rapidez con la que ocurren las cosas y utiliza la metáfora de la flecha, el arco y el blanco. Debido al aprendizaje del idioma descubrió las felicidades de la Comedia. Señala que la repetición de la palabra cae hace que la caída retumbe: “e caddi come carpo morto cade”.

Dante escribió su obra en primera persona, como uno de los personajes, algo novedoso en la literatura medieval; acercando al autor con el lector, quien siente las emociones del héroe y se contagia. Al respecto Borges dice que percibir el terror que siente Dante por el Infierno, no es porque fuera un cobarde, sino necesario para que creamos en el Infierno. La virtud del poeta fue encontrar el momento que define al personaje, algo que el escritor argentino imitó en sus cuentos: “un momento en el que un hombre se encuentra para siempre consigo mismo”.

Borges creía que La Divina Comedia es un libro que todos debieran leer, ya que no es difícil, es “un libro cristalino”. A su parecer lo difícil son las opiniones encontradas, discusión y debates que se generan tras la lectura cuando se liberan los demonios y no precisamente los del Infierno. 

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