Más cuarteles, menos escuelas

Daniel Uicab Alonzo: Más cuarteles, menos escuelas

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El territorio nacional se llena de cuarteles para la llamada Guardia Nacional (GN), que oficialmente estará bajo la férula de las fuerzas armadas (en la práctica siempre ha sido así), y el Presidente presume que al finalizar su sexenio habrá 500 instalaciones para alojar a estas tropas híbridas. En comparación con sus universidades “Benito Juárez”, será una por cada cinco cuarteles, lo que habla de las prioridades, aunque no de los resultados contra la inseguridad.

Se justifica la inversión argumentando que es “de apenas 26 millones de pesos” por cuartel, porque se omite el sueldo horas-hombre y otros que asumen la Sedena o Semar, según el caso, así como el equipamiento. Antes, Ejército y Marina construían, adaptaban o modificaban sus instalaciones de acuerdo con sus necesidades y con su propio presupuesto. La Armada incluso le ganaba terreno al mar (sin afectar la ecología), sin costo adicional para el erario. Era una de las muchas actividades internas que realizaban soldados y marinos.

Por otra parte, la presunción de más presencia de la GN, con casi 40 mil efectivos diseminados en el territorio, es una mala señal que confirma la militarización de las tareas de seguridad pública, que se negó en un principio, pero ya se admitió incluso con una reforma anunciada por el Ejecutivo. Suena reiterativo, pero hay que recordar que, en febrero de 2012, AMLO se comprometió a regresar a sus cuarteles al Ejército en seis meses si ganaba la elección presidencial, lo que no ocurrió, sino todo lo contrario. 

Un reciente informe del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (celag.org.) acerca de los cuerpos de policía en AL, señala que “no hay una correlación entre mayor número de efectivos y una mayor seguridad”, y menciona al respecto dos variables claves: la confianza en las instituciones y la claridad de competencias y lógicas organizacionales del sistema de seguridad pública. Quizá la apuesta del Gobierno es a la confianza que generan los militares: 66.3 por ciento, contra 25.8 de las policías, según una encuesta del mismo organismo publicada en enero de este año.

Sobre las “universidades para el Bienestar”, hasta el momento hay 140 y el mandatario federal aseguró que la meta para 2024 es que haya 200 con 200 mil estudiantes. Sin embargo, las primeras 100, según su página oficial, tenían menos de 16 mil alumnos. Hay planteles que no llegaban a 25 estudiantes o tenían menos de cinco maestros. Además, el Coneval encontró que algunas no cuentan con validez oficial de la SEP, luego entonces, no podrán emitir títulos ni cédulas a los alumnos que concluyan sus estudios. Estas son las consecuencias de hacer algo al vapor.

Y de nuevas escuelas de educación básica no se menciona nada; el abandono a partir de la pandemia de coronavirus es evidente, salvo el mantenimiento que recién comenzaron los gobiernos estatales para el retorno de los niños, que hoy sigue en la incertidumbre. Escuelas, no más cuarteles, se requieren para educar a un pueblo y evitar en el futuro delincuencia, problemas de inseguridad. Y las fuerzas armadas no deben ser policías.

Anexo “1”

Ganando terreno al mar

Al comandante José Roberto, de la Compañía de Infantería de Marina número Cuatro, le gustaba el deporte y vio que podía ganarle un poco de terreno al mar frente al dormitorio de la tropa, para construir una cancha. Era el verano de 1978. Por las tardes, antes del acondicionamiento físico y deporte, los infantes de marina dedicaban unos 15 minutos a embutir con piedras y tierra parte del brazo de mar que entraba en las instalaciones de la entonces Sexta Zona Naval de Guaymas, Sonora, que también acogía a la Enfermería Naval.

Pocos meses después, casi sin percibirlo, se aplanaron los aproximadamente cincuenta metros cuadrados ganados, se echó una placa de cemento, se tejió la red, se armaron los postes y se delimitó la cancha de volibol de COMIM-4, que se sumó a la de basquetbol. Ahí se organizaban los partidos y se armaban las “retas” después de la obligada carrera y el extenuante ejercicio físico en aquellos veranos con clima extremo, lo mismo que en invierno.

Así era como los comandantes acondicionaban sus cuarteles e instalaciones, incluso en las partidas de Infantería, con recursos propios, materiales de la región y mucho amor del personal por su unidad o dependencia. Eran otros tiempos…

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