|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

La gran la incertidumbre para muchas personas es cómo, dónde, de qué y con qué van a vivir el resto de sus días, después de la sexta década de su existencia o en fecha posterior.

Cuando nos encontramos en la parte inicial o media de nuestra vida, ni por equivocación pensamos en nuestro futuro.

Creemos que la vida siempre nos sonreirá, que siempre estaremos sanos, que siempre tendremos la energía para levantarnos cada mañana y salir a trabajar.

La consulta diaria nos ha permitido observar que las personas empezamos a preocuparnos por nuestra vida futura, a partir de que cumplimos cincuenta y cinco años de edad, quizás un poco antes, pero ello no es común ni frecuente.

¿Y por qué, precisamente nos empezamos a preocupar por nuestro futuro a partir de los cincuenta y cinco años? Simplemente porque todos deseamos dejar de trabajar a partir de la fecha en que cumplamos sesenta años de edad, pero no dimensionamos verdaderamente lo que ello significa, pues en mucho nos confiamos a que, con las setecientas, ochocientas o mil trescientas semanas que cotizamos al IMSS, con un muy bajo salario, obtendremos una generosa pensión y con ella seremos felices y viviremos muy contentos el resto de nuestra vida.

Pero la realidad no es así.

En mis más de veinticinco años como consultor en materia de seguridad social he visto una gran cantidad de personas que, de nuestra oficina, salen con lágrimas en sus ojos al descubrir que la generosa pensión que pensaban recibir a partir de su retiro laboral, no será mayor a los ocho mil pesos mensuales.

Los motivos de lo que le describo en el párrafo anterior, pueden ser muchos, pero bastará con que le platique de algunos de ellos: haber cotizado muchas semanas, pero con un salario muy bajo; o pocas semanas con un salario alto; nunca haberse asesorado oportunamente con un profesional en materia de seguridad social o guiarse por los comentarios de sus amigos, del compadre o de radio pasillo; o simplemente por indolencia, desidia y hasta por “me vale”, ya veré cómo le hago.

Sepa usted que será en la vejez cuando más dinero necesitaremos para vivir y si usted no nació ni se crió y desarrolló en cuna con pétalos de rosa, prepárese, su vejez será muy cara.

Pero, si usted desea cambiar o prepararse para su futuro, a partir de la sexta década, asesórese con tiempo, materia y defina una estrategia que, al término de su vida laboral, le dé lo suficiente para vivir el resto de sus días con independencia, solvencia y desahogo financiero.

Opciones hay muchas: ahorro y posterior inversión; ahorro en su Afore, en planes personales de retiro, cetes, etc., más asesoría profesional.

Lo más leído

skeleton





skeleton