Pobre SAR, pobre pensionado

Jaime Gutiérrez Melchor: Pobre SAR, pobre pensionado

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El día primero de julio anterior, el Sistema de Ahorro para el Retiro (por su abreviatura SAR), cumplió veinticinco años de haberse transformado al sistema de cuentas individuales administradas por una Afore.

Bien sabido es que, ya desde 1992 operaba el llamado SAR 92, sistema establecido para crear ahorro complementario para la clase trabajadora de todo el país y de todos los sistemas de reserva hasta la fecha habidos (federales, estatales y especiales).

En su origen, el SAR 92 se integraba por aportaciones patronales del 2% del salario base de cotización registrado en IMSS, depositado en cuentas individuales abiertas a cada trabajador, operadas por Instituciones de Crédito o Entidades Financieras autorizadas para recibir e individualizar estas aportaciones.

De igual modo, y en el mismo periodo, las aportaciones efectuadas por los patrones al Infonavit, correspondientes al 5% del mismo salario antes comentado, formaban parte de ese ahorro para el retiro, que se entregaría al trabajador, como un complemento a la pensión obtenida al darse la eventualidad de una pensión por invalidez definitiva, del 50% o más, o por recibir resolución de pensión por incapacidad, superior al 50%, o bien, al obtener una pensión de cesantía en edad avanzada (60 a 64 años de edad) o de vejez (65 años de edad o más).

Y para quienes no recibieran pensión de ninguna naturaleza, o que fuera menor al 50% de una invalidez o incapacidad, o no se cumpliera con el requisito mínimo de semanas cotizadas exigibles en caso de pensiones relacionadas con la edad, se le otorgaría una negativa de pensión y, con ese documento o sin él, a la edad de 65 años, le sería posible retirar el ahorro identificado como SAR 92, de la Afore que lo tuviera identificado en la cuenta individual de esa persona.

El asunto es claro, el Sistema de Ahorro para el Retiro, en su segunda etapa, a partir del uno de julio de 1997, nació sin la menor intención de que, a futuro, los trabajadores que se pensionaran, recibirían una pensión justa (ya no digamos generosa).

Lo anterior porque el ahorro acumulado por los trabajadores durante su vida laboral sería tan insignificante e insuficiente para poder comprar con dicho ahorro una pensión digna, por virtud de que el ahorro acumulado resultaría insuficiente para comprar una pensión vitalicia, relativamente importante.

¿Cuál es la verdadera realidad del SAR?

Ha sido tan insuficiente e inoperante para el interés de la clase trabajadora que, al llegar a la edad de su retiro y pensión, el ahorro acumulado más el raquítico rendimiento obtenido por su inversión han resultado en la práctica escasos para satisfacer las necesidades de la población pensionaria. ¿Y la autoridad? Brilla por su ausencia en esta materia.

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