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Estas cavidades son también conocidas como las cuevas de La Puerta del Dragón y están situadas a 13 kilómetros al sur de Luoyang, provincia de Henan, en China. La construcción de las primeras grutas comenzó en época del emperador Xiao Wan (494 d.C.). Así lo afirma el investigador José Antonio Rodríguez Valcárcel.

Existen en Longmen 2,100 cuevas, 43 pagodas de Buda, 3,600 piezas con inscripciones talladas y unas 100,000 figuras de piedra. La mayor mide 17.4 metros y la más pequeña, dos centímetros. También están aquí las llamadas “20 obras maestras de Longmen”, representativas del estilo correspondiente al período de la dinastía Wei Septentrional. Todos estos atributos hacen que Longmen sea uno de los sitios arqueológicos más importantes y visitados de este país asiático.

El budismo en China fue traído de la India hacia el año 60 d.C. por unos monjes que se instalaron en Luoyang, por entonces capital de los Han. Mención destacada merece Hiuan Tsang, quien viajó a las regiones del noroeste de la India y durante quince años permaneció estudiando la filosofía de Buda. Cuando regresó a China aplicó el contenido de 650 textos que se convirtieron en un instrumento fundamental para la difusión del budismo.

La costumbre de excavar grutas para actividades religiosas y las celdas de monjes que las habitaban, en las laderas de las montañas, también fue por la influencia de la India, puesto que no había previamente santuarios de este tipo en China. Por lo general, estos complejos rupestres se crearon sobre la Ruta de la Seda, la vía comercial más importante de aquel tiempo.

El taoísmo filosófico prexistente tuvo una función importante en la difusión de la nueva doctrina, pues ciertas grutas naturales ya desempeñaban un papel semejante para el taoísmo, dado que se trataba de lugares retirados donde los adeptos podían refugiarse para meditar. Su desarrollo fue patrocinado por algunos gobernantes o familias nobles.

Las cuevas son de tamaño y forma diversas pero, por lo general, tienen una planta rectangular y en muchos casos ostentan un pilar central en forma de pagoda, dotado con nichos. Las cámaras interiores estaban decoradas con pinturas y esculturas. La época del florecimiento de los complejos rupestres sacros duró en China desde el siglo V hasta el X.

Entre los monjes hubo muchos que se especializaron en la realización de las obras artísticas religiosas, sobre todo en las comunidades con muchos fieles. Visto desde el frente, en el conjunto de grutas destaca el espectacular templo de Fenghsian cuya figura central es un Buda sentado en un trono de loto.

Estas obras son, en definitiva, los testimonios de la fe del género humano que, a pesar de los terremotos, la acción de otros elementos naturales y de los saqueadores, conservan aún la majestad y belleza que antaño los convirtieron en grandes centros de peregrinación.

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