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Estar contra un proceso psicoterapéutico es muy fácil y sencillo dentro de un planeta lleno de tabús, donde muchos creen que se necesita tener alguna enfermedad para llegar al terapeuta. Mucho más cuando salen por ahí pseudoterapias y dichos de Facebook que nos hacen creer que por sí solos podemos estar bien.

Quitando los estigmas quiero contarles cómo me doy cuenta que necesito ir a terapia en este mundo de locos, donde todo pasa tan rápido que no me doy cuenta ni del tiempo, donde me la paso mirando mis cuentas bancarias preocupado por el mañana bajo la angustia de qué ocurrirá.

Necesitar terapia es algo de cualquier persona, es algo tan urgente para muchos que lo dejan pasar pensando en que no sirve. Son pocos los que tienen la dicha de sanar su mente y sus emociones cuando destruyen sus bloqueos; son muy poquitos los que se atreven a cambiar su vida.

Me doy cuenta que necesito visitar a mi terapeuta al descubrir que siento que las demás personas no actúan como desearía, que no me corresponden conforme a lo que doy por ellos. De hecho, necesito ir porque me siento juzgado, siento que todos son jueces contra mí pero en especial soy quien más me juzga.

Necesito terapia cuando no me siento bien con mi cuerpo, no es posible que haga tantas dietas y no baje de peso, a veces pienso que hay algo malo en mí. Me doy cuenta que necesito de un psicoterapeuta porque cada vez me enojo más, me siento irritable, fastidiado y hay días que si me hablan exploto rápido.

También necesito de una terapia cuando descubro que por varias noches no duermo bien, hay días que duermo demasiado y otros en los que no puedo pegar el ojo; esos son los peores días o mejor dicho, noches. Me quedo acostado mirando el techo con ideas absurdas que se me vienen a la mente, que no me dejan dormir.

Siento que necesito ir a terapia, la necesito, cuando discuto constantemente con mi pareja, cuando me percato que no estamos teniendo buena comunicación, no me entiende, de hecho, creo que nadie lo hace. También necesito ir a terapia cuando me siento distraído, porque me cuesta trabajo aprender cosas nuevas y prestar atención.

También me hace falta ir a terapia en esos días que parecen completamente malos donde quisiera quedarme encerrado en un lugar para llorar. Hay veces que me siento como una carga, donde me parece que soy un peso para otros o para mi, que le he fallado a los que amo y a mí mismo, tan así, que a veces he pensado que no tiene caso seguir viviendo. Incluso, necesito terapia cuando estoy triste, cuando no le veo sentido a las cosas, cuando todo me pasa a mí y no salgo de rachas malas y malas.

¡Uff! Si tan siquiera pudieran los demás darse cuenta que todo esto es normal, que todo esto casi todos lo sentimos y por tanto todos necesitaremos de un terapeuta en la vida. Si te identificaste con alguna de esas frases, por favor, visítame o acércate a cualquier terapeuta de tu confianza.

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