¿Nos importan de verdad los migrantes?

La quinta década, columna de Gínder Peraza: ¿Nos importan de verdad los migrantes?

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Un día tras otro se suceden los dramas en el mundo de los migrantes. Y también un día tras otro todos los que vemos esa información nos volvemos más insensibles ante ella. Pareciera que lo que observamos en la pantalla no son personas hablando de sus países como infiernos políticos que no sólo no permiten que las familias progresen, sino que además hacen todo lo posible para que fracasen.

Hoy la televisión nos describe cómo una familia de padre, madre y un hijo atravesó siete países –suponemos que entre ellos todos los de Centroamérica, buena parte de los cuales están en manos de dictadores de facto–, para al fin llegar a la frontera que divide a México de Estados Unidos. Creyeron –porque lo querían creer, esa es una de sus debilidades– en la palabra de un coyote que les aseguró que llegarían sin problemas al lado estadounidense. No fue así, porque las corrientes traicioneras del Río Bravo arrastraron al padre, quien murió ahogado, y ahora el niño con su madre no saben qué será de ellos. Todo lo que tenían lo dejaron en el país donde ya no podían vivir.

Ese es sólo uno de los muchos casos dramáticos, penosos o angustiantes que llevan sobre sus hombros los cientos de niños, mujeres y hombres que, caminando casi como los zombies de esas películas de mal gusto (es lo menos que podemos decir contra ellas), atraviesan el territorio mexicano desde la frontera sur hasta la del norte, buscando el mal llamado “Sueño americano”, que no es más que un invento que quieren creer quienes ya no creen en los corruptos, mentirosos y asesinos gobernantes de sus países.

El problema de la gente que migra de sus países porque ya no quiere vivir en el que nació es mundial, es decir, que se presenta en muchas partes del globo terráqueo, y es muy difícil de resolver porque implica poner en juego el tema de la soberanía de cada país, de cada Gobierno. Quizá nuestra opinión vale poco frente a los grandes intereses que predominan en el mundo, pero siempre creeremos que la “Doctrina Estrada” es nada más que una salida en la que predomina la falta de valor para encarar a los poderes dominantes, sabiendo además que tienes una gran cola que te dolería que te pisen.

Nuestro Gobierno nunca ha afrontado el problema de los migrantes que atraviesan su territorio con el fin de llegar a Estados Unidos, en primer lugar porque no le conviene, por razones económicas y comerciales; y en segundo lugar porque no le gustaría que, en un foro como el de Naciones Unidas, le echen en cara los abusos, los homicidios, los García Luna que guarda en el clóset y otras cosas feas que al parecer implica el trabajo de gobernar un país del tamaño de México.

Si nada puede hacer el Gobierno para ayudar a los migrantes, los ciudadanos deberíamos hacer algo. Pero a la de malas lo que sucede es que estamos hechos a imagen y semejanza de aquél… ¿Será eso?

Lo más leído

skeleton





skeleton