Nuestra agua que nadie cuida

La cultura del agua debe ser uno de los principios rectores del desarrollo integral de una comunidad...

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La cultura del agua debe ser uno de los principios rectores del desarrollo integral de una comunidad, teniendo como meta alcanzar la responsabilidad de todos sus usuarios; es decir, de toda la población, en la conservación y protección del agua a través de su buen manejo, para que todos, las generaciones actuales y las futuras, puedan satisfacer sus necesidades de suministro de este vital recurso natural en cantidad y calidad suficientes.

Nuestro estado, por sus condiciones especiales de disponibilidad del agua y su vulnerabilidad, requiere una cultura del agua propia, es decir, con una base ética fundada en un cambio en nuestra escala de valores que contemple el valor social, ambiental y económico del líquido vital, y nuevos principios éticos en torno a su uso responsable y eficiente.

Lo cierto es que al día de hoy nadie se preocupa por la calidad del agua que recibe en su casa, ni a dónde envía las aguas residuales que genera, en un estado en el que la mayoría de sus habitantes no tiene idea del destino de sus aguas negras, ni cuáles son sus efectos contaminantes.

Nuestro acuífero peninsular, de características especiales, sólo puede mantenerse limpio y con agua suficiente y confiable para todos si evolucionamos hacia una sociedad con conciencia de su cuidado y conservación. La cultura del agua debe ser un compromiso global, que debe estar en la formación integral de todos y todas.

La cultura del agua debe englobar un conjunto de usos y prácticas individuales y comunitarias, tomando en cuenta creencias, tradiciones, conocimientos, valores, actitudes y conductas en relación con el uso y cuidado del agua; su captación, potabilización, distribución y cuidado, para que esté disponible con seguridad para todos; es fundamental para el desarrollo eficiente de la vida y debe inculcar en todos un conjunto de hábitos, usos y costumbres en torno a la importancia y cuidado del agua, en beneficio de todo ser vivo, y asegurar su disponibilidad y buen manejo, desde su captación hasta su distribución, desalojo, acondicionamiento y reúso. La meta debe ser lograr que todos adquieran una verdadera y permanente conciencia sobre el valor y la importancia del agua.

Lo cierto es que tenemos agua: cuidémosla.

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