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La semana pasada, la Secretaría de Educación Pública (SEP) presentó el nuevo Plan de Estudios de Educación Básica, que se aplicará como plan piloto en 30 planteles de cada Estado en el ciclo escolar que inicia el próximo lunes. El rediseño curricular pretende promover la formación integral y humanista desde el kínder hasta la universidad, y garantizará la enseñanza de excelencia con base en los principios de inclusión, pluralidad y colaboración.

Durante la presentación se dijo que el nuevo plan es una política pública que implica un proceso de capacitación gradual de los docentes y conlleva la participación y corresponsabilidad de toda la sociedad. Delfina Gómez, la saliente secretaria de Educación, afirmó que en la construcción de la nueva currícula se tomaron en cuenta “opiniones de especialistas, investigadores, académicos, así como instituciones educativas y organizaciones sociales”. Hay que creerle.

Nada nuevo de lo que hemos escuchado a lo largo de décadas cuando comenzó el declive de la educación pública en México. Más bien, se trata de una nueva improvisación. Por ejemplo, maestros de Yucatán y Quintana Roo estaban a la expectativa de los cambios hasta hace algunas semanas, es decir, ignoraban cuáles serían, que llegan luego de que en 2018 se comenzó a aplicar un “nuevo modelo” que revivía la obligatoriedad del idioma inglés, iniciativa desechada con el cambio de Gobierno Federal.

Ya nuestro recordado “Profe” Alejandro Castro nos comentaba hace dos años en una columna que “el Acuerdo Nacional para una Educación con Equidad y Calidad para el Bienestar de Todos los Mexicanos tiene como objetivo avanzar en la construcción de consensos que permitan una educación que supere los rezagos de la pobreza, la marginación y la exclusión, y afronte con equidad y calidad los retos del futuro”, y se preguntaba: “¿podrá ser una realidad en un país donde impera la desigualdad social?”.

Inmerso por más de 12 años en la educación privada (como docente y luego como directivo), vivimos cada año una serie de cambios en los planes y mapas curriculares, particularmente de secundaria y preparatoria. Las convocatorias de la Segey a mesas de trabajo con los maestros permitían actualizar esos planes y programas, pero no lograban aterrizarse porque pronto se anunciaba un nuevo diseño o rediseño. Si bien todo es parte del complejo sistema educativo, desde Adolfo López Mateos en 1959 (con su Plan de Once Años para la Extensión y el Mejoramiento de la Enseñanza Primaria) no ha habido un golpe de timón en esta materia. La evidencia es que cada presidente lanza su "modelo educativo" para que su sucesor lo deseche y plantee el propio.

Hacer de la educación el gran proyecto nacional debe ser de capital importancia para cualquier país y Gobierno; su ausencia habla de la falta de interés y compromiso de las autoridades, y mientras los estudiantes sigan siendo utilizados para improvisaciones seguiremos con los mismos resultados: retroceso en las evaluaciones nacionales e internacionales, rezago y deserción.

Por eso insistimos en que las escuelas privadas y las militarizadas (Ejército y Marina) son un oasis en medio de este desierto en que parece inmersa la educación en el país. Y también opino que deben regresar las Escuelas de Tiempo Completo.

Anexo “1”

Las calificaciones

La boleta de calificaciones era la coronación de un año de esfuerzos… o de fracasos; de premios o castigos de nuestro padres. Por eso, de niños nos esforzábamos en la escuela cumpliendo con las tareas y estudiando extra cuando se acercaban los días de las “pruebas”, que a todos nos ponían nerviosos. Al final, la sonrisa de satisfacción por pasar de año o las lágrimas porque se repetiría el año como “reprobado”. Las calificaciones numéricas eran muy importantes porque realmente reflejaban el avance en el aprendizaje de los niños... hasta hace algunos años.

En la Marina (como en el Ejército) son de vital importancia las evaluaciones en sus escuelas de formación y capacitación, tanto que los rezagados están obligados a “estudios dirigidos” (forzosos) para nivelarse, y si no lo logran causan baja. Son pocos estos casos porque no hay distractores para el proceso educativo y tanto docentes como estudiantes están conscientes de que el eje rector para el desarrollo de la Armada es la educación, siendo su misión: adiestrar, capacitar, formar y especializar a los recursos humanos para alcanzar su óptimo desarrollo educativo y profesional encaminado a hacerlos más eficientes ycompetitivos en sus funciones y con ello coadyuvar al logro de los objetivos institucionales”.

El nuevo plan de la SEP, primero se indicó que los docentes podrían evaluar sin los métodos tradicionales y sin asignar calificaciones, pero ahora se dijo que sí incluirá una asignación numérica, aunque no deberá limitarse a ella. Justifica así pasar a un modelo de “evaluación formativa”, que vaya más allá de la asignación de calificaciones y observe y reflexione sobre el desarrollo educativo de los estudiantes.

Así estamos.

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