Palabras de más
Felipe Escalante Ceballos: Palabras de más
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El pleonasmo o redundancia es un vicio del lenguaje muy común en el hablar y escribir cotidianos y se comete al usar palabras innecesarias para entender el significado de una oración. Veamos algunos ejemplos.
- En un segmento noticioso de la televisión nacional, dedicado a la Península de Yucatán, se informa: “En Mérida un sujeto fue detenido por violación en contra de su empleada”. Es mejor decir: un sujeto fue detenido por violar a su empleada. Por cierto, tanto en la Ciudad de México, como en el resto de la República, las televisoras privilegian la nota roja a pesar de haber noticias más importantes.
- En el mismo noticiario -como si no hubiera otros sucesos de mayor interés-, seguimos con la información policiaca: “En Mérida un hombre fue detenido por violación equiparada en daño a una menor de edad”. ¿Para qué mencionar el daño? El hombre fue detenido por violación equiparada a una menor de edad.
- Otra noticia de la televisión: “Biólogos desentierran un delfín muerto para investigar la causa de su muerte”. Precisar que el delfín desenterrado ya estaba muerto es emplear palabras de más.
- En redes sociales leemos una noticia de la Ciudad de México: “Hallaron restos óseos debajo de donde está el edificio del Templo Mayor”. El escrito gana en claridad con sólo decir: Hallaron restos óseos debajo del Templo Mayor.
- Por facebook un “fifí” manifiesta su renuencia a la consulta ciudadana, por creer que, como resultado de ella, el Presidente pretenderá reelegirse. Un “chairo” le pregunta: ¿Quién te metió esas ideas en la cabeza? Obvio es que esas ideas están en la cabeza de quien se abstuvo de acudir a votar por la revocación del mandato presidencial. Imposible que el hombre tuviera las ideas en el hígado, en los pulmones o en el nalgatorio. Debió de decirse simplemente: ¿Quién te metió esas ideas?
- Un aviso en la prensa diaria: “Se ha denunciado ante el suscrito notario público la sucesión testamentaria de quien en vida respondió al nombre de Sóngoro Cosongo”. ¿Por qué no decir la sucesión testamentaria de Sóngoro Cosongo? Sería una expresión más clara, con ahorro de tinta, papel y esfuerzo.
El tirahule de dos cañones, bien pertrechado con abundantes guijarros, lanza disparos a tutiplén. Hoy traemos dos sabucanes, guardamos en ellos los numerosos gazapos y ponemos fin a la cacería.
Hasta el próximo tirahulazo.