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Llegó el Mundial y con él la distracción perfecta que tanto esperaba el Gobierno Federal. Muchos políticos de la cuatroté estarán más que complacidos con el hecho de que durante algunas semanas en el país se hable solo de futbol y no de los Guacamaya Leaks o de los descubrimientos de la Auditoría Superior o de los exponenciales costos del tren maya y la Refinería de Dos Bocas.

Con los partidos que se disputarán en Qatar habrá mucho de qué hablar, en México la gente parecerá que olvida los sobre costos de las sucursales del Banco del Bienestar o las asignaciones discrecionales de los fideicomisos federales, que suenan más como a un robo a mano armada por parte del Gobierno a las finanzas públicas.

Y digo que parecerá que los ciudadanos se olvidan momentáneamente de ello, porque a la vuelta de la esquina, cuando la euforia mundialista acabe, ahí estarán los escándalos del obradorismo esperando a los mexicanos para recordarles que en el 2024 habrá una oportunidad de continuidad o de darle un golpe de timón al rumbo de la nación.

A partir de este fin de semana, el futbol será tema en todas las mesas, lugares en los que hasta hace poco se discutía sobre las innumerables inoperancias de Claudia Sheinbaum, Adán Augusto o Marcelo Ebrard, o la escalada de violencia en distintas entidades del país o el frenesí de corrupción orquestado por familiares de políticos encumbrados en la administración obradorista.

Con el balón rodando en las canchas, los mexicanos se olvidarán por un tiempo de que los hijos del presidente López Obrador han hecho su agosto mediante negocios en los que diversas investigaciones han expuesto que hay conflictos de intereses. En fin, como dijeran los maromeros del barrio: ¡ay, pero los otros robaban más!

Los juniors de Morena podrán disfrutar a pierna suelta de los partidos de la Selección Nacional, la caja china involuntaria que les regaló la FIFA ha sido activada y con ella una dotación de minutos de paz. En estos días no habrá periodicazos, ni saldrá dinamita de los cuarteles de las corcholatas, hay tregua mundialista y ya que acaben los partidos la grilla buscará la forma de ponerse a mano.

Más allá de los buenos deseos de que al Tri le vaya bien en la justa mundialista, los del uniforme guinda prenden al unísono las veladoras para que la actuación del selectivo azteca se alargue lo más posible. El tiempo es oro, lo saben en Palacio Nacional, que el balón ruede y siga rodando mientras se olvida un poco, o un mucho, el desastre económico, político y social que vive México.

A la par de los interesados deseos que pueden habitar en el pecho de los políticos del régimen, el grueso de la población, como usted y como yo, esperamos que la Selección saque la casta y nos regale una actuación memorable. Queremos ver a nuestro equipo entregándolo todo en la cancha, regalándole al pueblo de México una alegría en medio de tantas desventuras. Mucha suerte al Tri: en su alineación está el corazón de toda la nación.

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