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Lo de hoy, hoy, hoy… es pedir perdón, disculpas u lo que sea sinónimo. Todo comenzó cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador, en un video realizado en la comunidad de Centla, Tabasco, y acompañado de su esposa, Beatriz Rodríguez Müller (disculpen si no escribo muy bien el alemán de Tixkokob), pidió al rey de España, Felipe VI, que la llamada Madre Patria pida disculpas a México por todo el show que hicieron los conquistadores hace casi 500 años, 498 hasta la fecha.

Con su singular forma de expresarse, el tabasqueño habló de vejaciones, muertes y toda clase de tropelías que ejecutaron las huestes de Cortés en contra de los indígenas, amén de que el barbado ibérico tenía a su muy particular intérprete en La Malinche que, dicen los enciclopédicos chismosos, no solo le ayudaba en los menesteres de la traducción. Cosas del cariño natural hacia los desvalidos.

Aparte, también se dirigió al papa Francisco para solicitarle algo similar porque, hace casi cinco siglos, durante la Conquista española, se destruyeron templos donde los indígenas adoraban a sus dioses y, en su lugar, se edificaron los primeros “predios” católicos. El Sumo Pontífice anda más ocupado en sancionar los abusos particulares de los jerarcas que en dar disculpas por la pretendida Apocalipsis de hace algunos cientos de ayeres.

Pero, ¿qué onda con el rollo del presidente de la pretendida República amorosa, aunque no tan amorosa con los hijos de… por el otro rumbo del Atlántico?

Es demasiado cotorreo prestarle la debida atención a la solicitud de “Don Pejelovich” hacia el pretendido “imperio” español que, desde hace años, arrastra severa crisis económica que apenas le da al gobierno para mantener, en este caso, los usos, costumbres y frivolidades de sus majestades.

En esta ocasión, dicen los que saben que la “ocurrencia” de López Obrador provino de su mujer que, en teoría y currículum (en el buen sentido de la palabra), es culta, refinada, activista y dedicada al machaque de la historia. De tal forma, AMLO le habría hecho caso a ella y dado paso a lo que muchos consideran ya como una afrenta a España y el inminente resquebrajamiento de relaciones con potencial saldo de que los actuales “mexicas” tomen revancha y les quemen las “testosteronas”, en vez de las patas, a los visitantes de ese país, como lo ejecutó en su momento Cortés con Cuau, método del que tomarían nota los futuros “judas” aztecas.

PRIMERA CAIDA.- Los mexicanos se tienen que acostumbrar a la picardía natural que le brota al presidente y no llevarlo a los extremos, si acaso a los “memes” ingeniosos que se han desatado en las redes sociales.

SEGUNDA CAIDA.- España ya dio su respuesta: “No jodáis, tío”.

TERCERA CAIDA.- Y todavía faltan cinco años y pico de “pejeladas”. ¡Me canso ganso!

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