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El litio (Li) es un elemento químico y se encuentra en el primer grupo de la tabla periódica, lo que lo clasifica entre los elementos alcalinos, es altamente oxidante, así que reacciona fácilmente ante el agua y aire. Una de sus características fisicoquímicas es su extraordinaria capacidad calorífica específica y potencial electroquímico, lo que le otorga un espléndido uso en aplicaciones de transferencia de calor, utilizándose como un excelente ánodo en las baterías eléctricas.

El actual estilo de vida, con base en la “libertad tecnológica”, adscrito al concepto “wireless” y la supuesta sustitución de los automotores de combustión por los eléctricos, le promete a este elemento un apologético futuro en los mercados de los “commodities”.

Las principales reservas de litio en el mundo, según el Servicio Geológico de los Estados Unidos, se ubican en Sudamérica, en el gran salar del triángulo del litio compartido por Bolivia, Argentina y Chile; en Norteamérica en el interior del corredor árido -dividido en cuatro grandes desiertos: el de Chihuahua, el de Sonora, el de la Gran Cuenca y el del Mojave- distribuido entre México y Estados Unidos; en China en la meseta Qinghai-Tíbet, que incluye los desiertos de Taklamakán y el de Gobi; y en la geografía de Australia con sus 10 desiertos.

Al parecer, este elemento químico le permitiría la oportunidad al presidente López Obrador -por sus alusiones durante las conferencias mañaneras- de emularse con Lázaro Cárdenas y Adolfo López Mateos respecto a nacionalizaciones del petróleo e industria eléctrica, que se realizaron durante sus respectivos gobiernos; además las visitas de sus equivalentes Alberto Fernández de Argentina y Luis Arce de Bolivia, invita a sospechar la preparación de un organismo de países productores de litio “tipo OPEP” que presumiría ciertas condiciones para el objetivo.

Los pretextos podrían ser: el relanzamiento del discurso nacionalista, política autárquica y egoísta por parte de los
gobiernos poseedores de las vacunas anticovid19, junto con la disputa comercial y tecnológica, condiciones parecidas previas a la segunda guerra mundial que le permitieron a Lázaro Cárdenas promulgar la expropiación petrolera, con base en el artículo 27 de la Constitución de 1917.

La supuesta intransigencia de las mineras canadienses en el pago de sus impuestos, justificación formal de la expropiación petrolera, ante la supuesta negativa del cumplimiento de las leyes laborales emanadas del artículo 123 de la misma Constitución referida.

Como amalgama interlatinoamericana, jugaría el malestar manifiesto que produce la política de la OEA, encabezada por el impresentable Luis Almagro, sin embargo esta acción tendría pagos políticos internacionales, tales como el distanciamiento del eje Caracas, la Habana, Managua al abandonarlos a su suerte, con la constitución en principio de un eje alterno Ciudad de México, Buenos Aires, La Paz, buscando ser referente de la nueva integración  latinoamericana con un discurso menos ideológico, más de negocios y acorde con un escenario de una nueva guerra
fría enfocado más en lo comercial, tecnológico y económico -menos conflictivo con USA- en la que el litio juega un papel determinante.

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