|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Esa frase solía decirnos un jefe de información en el periódico cuando terminaba el ciclo de alguien. En otras palabras, cumplir hasta el último día con las obligaciones y responsabilidades con la empresa, los jefes y compañeros, como respetar hasta el último minuto al que se despide. Ni qué decir en las fuerzas armadas, donde se da por descontado que la partida (por cambio, baja o retiro) no significa desajenarse de las obligaciones, pues el sentido de pertenencia nunca desaparece y nuestra hoja de servicios nos acompañará de por vida.

Que nos recuerden bien también infiere aceptar nuestros fracasos, o dicho de otra forma, que sepamos reconocer nuestros alcances y limitaciones, pues no somos expertos en todo; nuestras competencias, como en el enfoque educativo, son diferentes y deben situarnos a cada cual en el contexto determinado para el que somos útiles, y para lograrlo debemos pulir destrezas, habilidades y valores, sobre todo esto último.

Al respecto, en los años 70 leí “El Principio de Peter”, de un profesor canadiense que afirmaba: “En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia”, y que “a menudo sucede en las empresas que un buen empleado se convierte en un jefe incompetente”. Si extrapolamos estos principios a la política, veremos que aplica para muchos líderes. Y aquí aterrizamos con casi cuatro años de gobierno de Donald Trump que han padecido Estados Unidos y varios países, incluido el nuestro.

Los hechos ocurridos el miércoles en Washington son el colofón de un gobierno de pesadilla de un presidente que, sin duda, no será recordado bien. Y es que, volviendo a las competencias, no cualquiera es apto para desempeñar un cargo, una jefatura, mandar o conducir un país. Se requiere conocimiento del entramado político, cultura, educación, una fuerte carga de valores y capacidad. Aquí, en junio de 2019, el presidente AMLO dijo: “No crean que tiene mucha ciencia el gobernar. Eso de que la política es el arte y la ciencia de gobernar no es tan apegado a la realidad; la política tiene más que ver con el sentido común que es el menos común, eso sí, de los sentidos”.

Desde luego que gobernar es una de las tareas más difíciles, sobre todo cuando se carece de las competencias y valores que se requieren para ser estadista, porque se puede llegar al nivel que señala Peter, y como afirma un experto en el tema: “La gran broma del principio de Peter es que mientras una persona es cada año más incompetente, ella misma se ve cada año más competente”, como Trump y otros líderes.

Lo que es un hecho es que el magnate que pasó de ser un rico empresario a dirigir el país más poderoso del mundo será recordado como el mandatario que polarizó a su país y al mundo, que no supo reconocer su derrota en las elecciones y que azuzó a sus seguidores para intentar lo que se ha llamado un golpe a la democracia. Un legado para el olvido.

Anexo “1”

El Comandante al que le gustaba perder

Lo conocí en 1977 en la entonces Compañía de Infantería de Marina número 4. Tenía el grado de Capitán de Corbeta y provenía de Ensenada, Baja California. Gustaba del deporte y mandó construir las canchas de volibol y basquetbol, este último su favorito, y los partidos se organizaban todos los días por la tarde después de la rutina de adiestramiento físico.

En esas “cascaritas”, que se jugaban como si se disputara un campeonato, José Roberto Toxtle portaba uniformes profesionales, al estilo de los grandes basquetbolistas de la NBA, incluidos los famosos tenis Converse. Con sus 1.80 m de estatura, era un buen jugador, encestaba incluso con estilo y con ambas manos, pero… casi siempre le ganábamos.

Las apuestas eran unas malteadas en tetrapack que se vendían en el cuartel, y mientras saciábamos la sed en el Detall (oficina administrativa) comentábamos las incidencias chuscas del partido. Un día le pregunté al comandante Toxtle por qué no se enojaba cuando perdía, que era muy frecuente. Su respuesta fue: Porque hay que saber perder, y cuando yo les gané lo voy a disfrutar más. Hoy, es un almirante en retiro y goza del aprecio de la familia naval y de quienes fuimos sus subordinados.

Lo más leído

skeleton





skeleton