Con tu pareja, ¿tienes fidelidad o lealtad?

Columna de Roberto Díaz y Díaz: Con tu pareja, ¿tienes fidelidad o lealtad?

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“Nunca construyas una muralla hasta saber qué es lo que estás encerrando y qué estas dejando afuera”.

Buena es esta frase para ver si hoy estás viviendo o conviviendo con tu pareja, que no es lo mismo. Tal vez estás encerrado en tu egoísmo y eso te ha dado vacuidad y una soledad aplastante.

El escritor, poeta y filósofo estadunidense Henry David Thoreau ha dicho: “La mayoría de los hombrees viven vidas de callada desesperación”.

Me gustaría preguntar ¿cuántos matrimonios viven vidas de callada infelicidad? Muchas personas dicen que en su matrimonio son fieles y felices, de hecho lo son, pero desde el punto de vista físico exclusivamente; sin embargo, carecen de esa virtud maravillosa que es la lealtad.

Ser leales implica brindar nuestro apoyo total a la pareja, que debe saber y sentir que cuenta con su cónyuge en las duras y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza, en las tristezas y en las alegrías; y muchas personas fieles... no son nada leales.

Una pareja leal es aquella que es nuestro confidente, le tenemos confianza; sabemos que está ahí cuando le necesitamos y comparte con nosotros nuestros logros, triunfos y decepciones.

Cuántos hombres se quejan de que están casados con una mujer que les es fiel, pero no se interesa en nada por el trabajo de su esposo: ingenieros cuya pareja nunca va a ver sus obras; secretarias a quienes su marido jamás le preguntan de su labor diaria en la oficina; médicos que a su cónyuge no le importa saber de sus pacientes; maestras cuyo esposo sólo se preocupa de que cobre su cheque.

Un hombre se divorció porque “todo el mundo valora lo que hace… menos su mujer”. Pero también, cuántos hombres devalúan y minimizan la dignidad de su mujer, se burlan de sus intereses o no le dan importancia a su trabajo o a sus estudios.

Ser leal es estar siempre entregado, siempre dispuesto a escuchar y a compartir los intereses de nuestra pareja.

Un matrimonio está sustentado en la amistad más intima. La pareja debe de ser la amiga, la esposa, la amante, la compañera, pero no debe dejar de ser nunca “la novia”.

Eso ese ser fieles y leales. Lo básico en la pareja es simpatizar, caerse bien, identificarse y confiar el uno en el otro. Si a esto le agregamos una atracción física y un disfrute sexual, ese matrimonio durará y perdurará, ya que ambos se apoyan para lograr un equilibrio armonioso.

Cuando observemos que disfrutamos menos que nuestra pareja y que las relaciones intimas se espacian, se hacen monótonas y las cubre la rutina, debemos buscar el motivo de ese enfriamiento.

Si buscamos, encontraremos que detrás de esa indiferencia hay algún resentimiento o algún factor que está inhibiendo nuestra libido, ya que la pareja sana y que se ama sentirá siempre satisfacción y gozo al unirse físicamente.

Porque el disfrute de la sexualidad es el termómetro que indicará la salud emocional de la pareja. Lo más sano es hablar acerca de ello, con la confianza que caracteriza a los amigos íntimos.

La sinceridad dentro del matrimonio es fundamental; sin embargo, no la confundamos con la falta de tacto o prudencia.

No olvidemos a nuestra pareja ni dejemos de enamorarla/o día a día, pues el amor es una llama que se extingue cuando deja de avivarse.

No dejemos que muera el amor en nuestro matrimonio, no permitamos que la indiferencia y la rutina arruinen ese cariño y afecto que hace años nos llevó al altar.

Seamos fieles y practiquemos la lealtad. Buena es la frase de B. de Herreros: “No hay nada tan divino en el hombre como su capacidad de amar, de ser fiel y leal a su pareja”.

Y les dejo esta frase que leí hace unos días, de un esposo que le decía a su a su pareja: “No te necesito para nada, pero te quiero para todo”.  

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