¿De dónde viene la salud?

Columna de Roberto Díaz y Díaz: ¿De dónde viene la salud?

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Muchos de nosotros pensamos que la salud es algo natural y fácil de alcanzar, pero se nos olvida que la salud no siempre viene de los genes o de los buenos hábitos.

La mayoría de las veces se genera desde la paz mental, en el corazón y en el alma. La salud viene con la risa, la aceptación genuina hacia uno mismo y hacia los demás.

El aceptarse a uno mismo es la clave de la felicidad. Las cuatro palabras para ser feliz son: valorarse, amarse, respetarse y aceptarse.

La salud viene con la música, que nos alegra y acelera nuestras neuronas. Escuchar una bella y tranquila melodía nos alegra la mente y fortifica el alma.

Existen estudios en recién nacidos que revelan que al ponerles música clásica duermen mejor, y si están enfermos se recuperan más rápido.

La salud viene con el amor y el cuidado que recibimos de nosotros mismos y del amor que bien recibimos y aceptamos de los demás.

Buena es la frase de Oscar Wilde, que dice: “Amarse a uno mismo es el principio de un largo romance”. Por otra parte, hay alimentos saludables e imprescindibles que nos proveen de más energía y que no vienen de un plato balanceado.

Son las calorías de un abrazo fuerte, dado y recibido con cariño de la amistad sincera, o las proteínas de un beso pausado.

Bien dice Amado Nervo: “Vivir de amor es embeleso, morir de amor es osadía, pero huir de la sensación de un beso, sólo puede llamarse… cobardía”.

En la medicina, la salud viene de los omegas de un “aquí estoy”; de la dopamina que genera inmediatamente un “te ves increíble”; del anticancerígeno por excelencia que es la honestidad indiscutible y la fiel compañía de los amigos y de la familia.

Todo lo anterior, siempre acompañado por los antioxidantes que no vienen exactamente en el vino de la copa, sino de la conversación con esa persona especial que te escucha y hace sentir que siempre e incondicionalmente estará a tu lado.

La salud también viene del encuentro de la criatura con su creador, de la oración que funde al espíritu con su Dios. La salud corporal es muy importante, pero la salud espiritual lo es aún más, porque es inmensa y duradera.

Es sano saber de Dios, pero es más sano “el sabor de Dios”. Como médico he aprendido que el alma sin la oración muere y se va consumiendo en la depresión, la ansiedad y la enfermedad. La forma más segura para ser feliz es hacer a otros felices, porque lo que más obstaculiza nuestra felicidad son: las opiniones de otros, los pensamientos negativos y la envidia.

Tengamos presente que nunca nos enfrentaremos con un problema que no nos traiga oportunidades.

La salud viene cuando controlamos nuestra mente al pensar “no estoy libre de tener enfermedades, pero sí soy libre para que las enfermedades no me tengan a mí”. Entenderemos que la salud la generamos cuando clarificamos nuestra mente al pensar: “no es lo que le pasa a uno, sino lo que hacemos con lo que nos pasa”.

Ánimo, busquemos la salud, la alegría y el amor.

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