La medicina del alma

Columna de Roberto Díaz y Díaz: La medicina del alma

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“Vivir es ir muriendo un poco cada día”. Tal vez esta sea tu frase para hoy. Pero quiero recordarte que la esperanza es lo único con lo que puedes comprar la felicidad, pues no hay que olvidar que ésta siempre nace en el amor.

Por eso, ¿hoy, estás ocupado en llenar tu vida con amor o estás buscando qué rótulo tendrá el mármol de tu cripta? Los esfuerzos, logros, penas y alegrías son recuerdos de algo que ya pasó; vivir el hoy, disfrutar este instante, es lo único que cuenta, pues el futuro sólo es de Dios.

Si has llegado a la edad madura de la vida, o sea, la plenitud de tu existencia, ya debes saber vivir sin amarguras, decepciones, frustraciones; y en cambio, gozar el recuerdo de las alegrías vividas y de las tristezas superadas, y siempre agradecer los dones que Dios te dio, reconocer con humildad que no rendiste el ciento por uno, pero dejaste guardado un poco del mejor vino, el más añejo para el final, el vino del amor, que ahora podrás compartir con tu pareja, disfrutar a tus hijos y paladear a tus nietos, pues son el fruto de tu huerta del amor.

Sabemos que la enfermedad acelera la destrucción y todo es cuestión de tiempo, pero se puede prevenir y se le puede combatir con el auxilio de la medicina, pero es más importante “la medicina del alma”, que es el anhelo de vivir, con ánimo, entusiasmo y amor.

Porque si no tenemos esta medicina, moriremos antes de la hora que se nos ha designado. Tal vez hoy tengas en tus células un cáncer en gestación y no lo sepas; de ti depende aniquilarlo con tu espíritu de lucha y ser positivo, o dejar que crezca y te destruya al vivir con emociones y pensamientos derrotistas.

Y si ya tienes ese cáncer, es tu responsabilidad mantener tu estado de ánimo y valentía, esa será la mejor medicina para que tu cura sea pronta y la enfermedad no te aniquile.

Nunca nos debe doblar la cruz de la enfermedad. Debemos, si queremos, luchar con valentía y tranquilidad interior, buscando fe en el amor de Dios y mantener la esperanza, pues donde no hay esperanza no puede existir el esfuerzo.

Bien decía Scheffer: “La máxima felicidad de los mortales será siempre la esperanza”. Y es cierto, porque abre las puertas que la desesperación cierra.

Si no estás ocupado en nacer, estás ocupado en morir. Hoy, ¿en cuál plan estás? Hoy, no mañana, debemos ser positivos y vivir el presente con entusiasmo y disfrutar siempre cada instante que Dios nos regala de vida, porque el pasado ya se fue y el futuro no ha llegado.

Vivir el hoy es lo único que tenemos. La prueba más clara de sabiduría es una alegría continua. Sólo nos queda dar y recibir amor, “es la moneda para comprar la felicidad”.

Ama a Cristo, a tu prójimo, y a tu enemigo, pero no olvides amarte primero, pues nadie puede dar lo que no tiene.

Debemos vivir este instante, disfrutar este día y aceptar nuestra realidad, pues bien dice Richard Bach: “La única diferencia, realmente la única, es comprender lo que de verdad eres y empezar a ponerlo en práctica”.

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