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La escritura para Roque Dalton no fue sólo el ejercicio estético que busca el placer relegando la convicción y el compromiso, sino que unió a su ser y su obra la razón de los que luchan por un mundo mejor y la esperanza de la justicia humana como medio de expresión que devora y rehace el canon literario para renacer en las palabras necesarias, aquellas que evoca Gabriel Celaya cuando dice: “Poesía para el pobre, poesía necesaria/ como el pan de cada día,/ como el aire que exigimos trece veces por minuto,/ para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica/[…] No es una poesía gota a gota pensada./ No es un bello producto. No es un fruto perfecto./ Es algo como el aire que todos respiramos/ y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos”.

Dalton vivió en carne propia las palabras que escribió, su obra es reflejo de sus convicciones políticas y humanas, buscó la construcción del socialismo y murió, el 10 de mayo de 1975, ejecutado por intrigas alimentadas por el imperialismo entre guerrilleros en El Salvador. Su poesía no es ajena al tema de la muerte, el dolor y la traición, y sus ensayos políticos analizaron las formas de opresión imperialista en Centroamérica, sabía Dalton de los riesgos de comprometer las palabras y los actos, pero no dudó en hacer suyo el sufrimiento de los pueblos, de su pueblo al que regresó tras el exilio para entregarse a su liberación. En el poema “A la poesía”, que forma parte de la compilación “Poemas clandestinos” (1980), escribió: “Agradecido te saludo poesía/ porque hoy al encontrarte (en la vida y en los libros)/ ya no eres sólo para el deslumbramiento, gran aderezo de la melancolía/ Hoy también puedes mejorarme,/ ayudarme a servir, en esta larga y dura lucha del pueblo”.

Roque perteneció a la Generación Comprometida que surgió en El Salvador durante la década de 1950, la cual estimuló un movimiento social y literario que reunió a escritores y escritoras de esa nación y de otras de Nuestra América, cuyas obras revolucionaron el papel de la literatura y del intelectual, vinculándose a las grandes causas de los pueblos oprimidos. Los procesos revolucionarios de mediados del siglo XX contaron con plumas que dieron voz a las injusticias, a los sujetos sociales invisibilizados y a las demandas proletarias y campesinas que al interior de los países clamaban por un mejor porvenir.

Dalton no rehuyó de la polémica y debatió sin temor con otros escritores, por ello, en 1956, escribió “Canto a nuestra posición”, donde se lee: “Ay, poetas,/ ¿cómo pudisteis cantar infamemente/ a las abstractas rosas y a la luna bruñida/ cuando se caminaba paralelamente al litoral del hambre/ y se sentía el alma sepultada/ bajo un volcán de látigos y cárceles,/ de patrones borrachos y gangrenas/ y oscuros desperdicios de vida sin estrellas?”.

La revolución poética y literaria que Dalton genera, otorga a la escritura el compromiso y la tarea de ser testigo de su tiempo, reflejo de sus sociedades, sin renunciar a la libertad en la creación. Roque cuestiona a la poesía, le exige aquello que la “pureza neutral” del intelectual acomodado no ofrece, aunque es consciente de que la belleza es incuestionable en la poesía y que ella es parte esencial del poema. Roque Dalton nos dejó una poesía humanizada y comprometida con las injusticias y urgencias sociales, en sus “Poemas clandestinos” lo expresa con maestría: “Poesía. Perdóname por haberte ayudado a comprender/ que no estás hecha sólo de palabras”.

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