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Los buenos misterios suponen altas expectativas. Desde el cotilleo informal hasta la nota pública de momento, y sin olvidar las historias escritas que tanto amamos, todas llevan un aire de promesa que aparece y se presenta en proporción al evento. A grandes títulos, grandes narraciones. O, en un terreno más cotidiano, a grandes historias, grandes explicaciones.

Y es que, en ocasiones, vivimos a merced de eso mismo, de las explicaciones. Como si las palabras adecuadas pudieran colocarse en los lugares de los porqués más difíciles de resolver. Queremos las palabras exactas, para tomarlas y colocarlas en su lugar con la esperanza de que puedan descansar en el corazón entre latidos que traen calma, o duelen. Para bien o para mal, tendremos ese porqué que tanto precisamos.

En Sangre en la piscina, novela de Agatha Christie, anticipamos por el título que probablemente nos encontraremos con un evento, o bien una víctima, o la escena que describa lo que percibimos en un primer vistazo: buenas expectativas.

Como parte del relato, adelanto que la familia Angkatell, Lucy y Henry, ha organizado un fin de semana entre familia y amigos. Asisten John Christow y su esposa Gerda, Midge, amiga de la familia; Henrietta, quien es pariente de los Angkatell, al igual que Edward y David. Juntos esperan tres días donde las historias de cada quien se vean rebasadas por el buen rato y la tranquilidad que la campiña inglesa promete. No se logra.

En cambio, el romance entre Henrietta y John, así como los celos de Edward y la manipulación de Lucy Angkatell, aunados a la presencia de Verónica Cray, un viejo amor de John, hacen del evento un motivo preciso para entender el porqué de pronto John Christow yace al borde de la piscina, en el instante en que casualmente todos coinciden en el sitio para presenciar sus últimos segundos de vida. ¿Quién lo mató?

La historia se construye de forma tan magistral, que, a escasas veinte hojas del final, como lectores aún no tenemos la satisfacción de contar con una explicación que valga. En cambio, se ha sembrado en nosotros una duda que recorre la posibilidad perfectamente justificada de que cada personaje pudo haber cometido el asesinato. Un deleite que desespera, pero promete.

Entre detectives, descubrimientos amorosos y personajes humanizados a la excelencia; Sangre en la piscina no solamente cumple con nuestras expectativas, sino que también sacia esa sed de esperar una gran explicación para un gran título.

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