Segunda vuelta en Brasil
Héctor López: Segunda vuelta en Brasil
La segunda vuelta electoral en Brasil será el próximo 30 de octubre, fecha en que Jair Bolsonaro y “Lula” da Silva se enfrentarán definitivamente por la presidencia del gigante sudamericano. Que Bolsonaro se reelija significa que los grupos del liberalismo económico, comúnmente llamados de derecha o “conservadores”, afiancen su posición en Brasil; por el contrario, el triunfo del ex presidente “Lula” significaría la reivindicación del movimiento popular.
Nada nuevo bajo el sol: durante la primera década del siglo XX se vivió en gran parte de América Latina una oleada “progresista” que llevó a muchos gobiernos autodenominados de izquierda al poder. Chávez, Correa, Kirchner, Morales, Mujica y el propio Da Silva protagonizaron un cambio radical en la tendencia de inclinarse por las políticas económicas importadas desde Estados Unidos y Gran Bretaña, aquello que muchos definen como neoliberalismo. ¿Pero si ya habían llegado antes, por qué se dice que vuelven ahora? Simple; porque así como llegaron, también se fueron.
Y no podemos explicar este ir y venir de tendencias ideológicas en el poder con reduccionismos como “conspiraciones neoliberales” que buscan mantenerse en el poder. Lo cierto es que, si bien en Latinoamérica se vieron grandes avances sociales y culturales, no menos cierto es que el sector económico dejó mucho que desear, lo que de una u otra forma decantó en las crisis inflacionarias que observamos en la región y que no empezaron (pero sí se agudizaron) con la pandemia del Covid-19.
Venezuela es quizás el ejemplo más emblemático, el botón que demuestra cómo la centralización y estatización casi absoluta de la economía termina por minar las finanzas públicas, en detrimento directo y constante de quienes menos tienen. Cierto, los programas sociales sirven como alicientes para aquellos sectores desprotegidos y faltos de oportunidades (incluso hay programas muy exitosos), pero en la mayoría de los casos se ejecutan sin supervisión y sin poder demostrar resultados a corto, mediano o largo plazo.
En México tenemos el ejemplo de los múltiples programas sociales que, si bien alivian la situación de miles de familias mexicanas, no pueden demostrar un beneficio real, pues la aplicación, beneficios y resultados de dichos programas no se cuantifica y, por consiguiente, no pueden evaluarse adecuadamente.
¿Pero por qué si esos gobiernos de izquierda “fracasaron” económicamente, hoy regresan con quizá más fuerza que en la década pasada? Quienes reemplazaron dichos gobiernos no tuvieron un papel mucho más destacado. Basta con ver la radicalidad de las privatizaciones excesivas en la región para comprender que hicieron lo mismo que sus antecesores, pero en sentido inverso. Fue tanta la fobia a la socialización económica que no se dieron cuenta de los efectos adversos que conlleva la pérdida de autoridad del Estado en el sector económico. Tampoco repararon en dinamitar las pocas instituciones democráticas que se habían levantado como conquistas sociales tras años de autoritarismo latinoamericano. Al final, la región vuelve a aferrarse al péndulo político que ahora regresa hacia la izquierda.
Veremos qué camino elige Brasil el próximo domingo. Por lo pronto, pecan de ingenuidad o megalomanía quienes dan al Presidente mexicano poder o influencia alguna en los resultados de la segunda vuelta. México está lejos de ser la vanguardia izquierdista que muchos piensan que el oficialismo actual representa.